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King Kong - critica de cine
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King Kong

Él las prefiere rubias

Un artículo de JBA || 15 / 12 / 2005

Las cualidades que hacen que una película se convierta en un mito, van más allá de la mera suma de unos ingredientes por muy prometedores que estos sean. Si la King Kong de 1933 ha pasado a la historia del cine y alguna de sus imágenes es más representativa incluso que la propia cinta, es porque el impacto que tuvo en la época es similar al que se refleja en el público neoyorquino de la trama, cuando poco antes de la rebelión del simio contempla con asombro las incalculables proporciones de la bestia. Ahora, no obstante, Kong tiene que hacer mucho más para llegar a sobrecoger a alguien, y de la mano precisamente de uno de los responsables de que el show de la gran pantalla ya no aturda, el principal peligro es el de buscar camino fácil por la acumulación más estresante.

Dentro de la obsesión de Peter Jackson por hacer su propia actualización –ya lo intentó una vez en su casa con un gorila de alambres, un Empire State de cartón pintado y la ayuda impagable de su madre– el terremoto de la trilogía de El Señor de Los Anillos ha tenido un protagonismo absoluto y omnipresente. Primero porque interrumpió la versión que preparaba en el año 96, que con toda seguridad habría sido muy diferente, según él “era muy al estilo Hollywood, una historia de aventuras con mucha acción, diálogos cortos, frases divertidas y situaciones hilarantes”. Y después porque el despliegue de medios realizado entonces se extiende aquí con el uso privilegiado del mismo equipo técnico, en el mismo escenario de Nueva Zelanda, hasta el punto de que Jackson reconoce que en muchos aspectos como infraestructura de producción y logística, es una cuarta parte de aquella.

A la hora de la verdad, de la sobredosis de espectáculo, del nivel de calado, de la construcción de los personajes y del exceso de tiempo, se puede deducir que éste King Kong cumplirá su función de dar la réplica con medios como actualización técnica. Pero sus méritos argumentales o de emotividad, viven exclusivamente de la propia historia original, o de una construcción virtual que da más expresividad a los ojos del animado protagonista.
Con la costumbre de robarnos demasiado tiempo de nuestra vida adquirida con las historias de Frodo (especialmente en una segunda parte generosa en correrías y una tercera inundada de epílogos), no ha habido una mínima preocupación por el exceso de metraje. Su director se siente tan cargado de argumentos y sobrado de instrumentos que ha olvidado que cuando una producción supera las dos horas, para llegar a la tercera hay que justificar cada pequeña escena. Lejos de eso, asistimos a tramos que parecen una sobredosis en vena de videojuego desquiciado, y a lentos parones para tratar de construir relaciones entre personajes (fundamentalmente los de Kong y Watts) a los que muchas veces le falta mesura para resultar tangibles. Todo responde a un rizado de rizo que satura en una isla de la Calavera emparentada con Mordor y donde todo lo que impacta por tenebrosa, se ablanda por interminable. “No hay un solo niño que no quiera ver a un gorila de 8 metros luchar contra unos dinosaurios antes de que le lleven preso a Nueva York” decía Kyle Chandler, uno de los actores protagonistas. El problema es qué pasa con el resto de los espectadores, los que llevan hora y media, saben que tienen hora y media más por delante y empiezan a ver con cansancio cómo dinosaurios, insectos repulsivos, murciélagos y cualquier bicho viviente que se haya cruzado por delirios de guión acaba participando de todos los excesos posibles.

Poniéndose quisquilloso, uno incluso puede cuestionar el acabado técnico de algunas escenas de persecución, cómo la superposición de los actores por los fondos fantásticos recuerda a montajes de mayor antigüedad y mucho menor potencial, o cómo cada vez que los planos se alejan en mitad de escenas trepidantes, los actores pierden naturalidad en sus movimientos, recordando una vez más al sector del videojuego.

En cualquier caso, incansables seguidores de los mitos, de la destrucción en masa, de la fantasía de tambor y pandereta, King Kong ha vuelto y con menos de mito de lo que debería, está listo para dar 3 horas de mucho de lo que promete. Lástima que la ficción se haya colado demasiado en las emociones, y estas terminen por alejarse tanto. Habría estado bien acercar más la pena por la pérdida de un animal carismático y tristemente incomprendido.

FICHA TÉCNICA DE KING KONG

Título original: King Kong

Fecha de estreno: 14-12-2005

Año: 2005 Duración: 187 min

Director: Peter Jackson

Guión: Peter Jackson, Fran Walsh, Philippa Boyens
Intérpretes: Naomi Watts, Jack Black, Adrien Brody, Andy Serkis, Jamie Bell, Kyle Chandler

Lo mejor:  

-La expresividad del simio.
-Los decorados.

Lo peor:

-Exceso de metraje y escaso cuidado a la hora de medir el tiempo.
-Algunas escenas visuales no son todo lo perfectas que deberían, especialmente en movimiento.
-Los personajes están tapados por el show.

Puntuación:

5

Peter Jackson vuelve a robarnos demasiado tiempo de nuestras vidas rindiendo tributo a King Kong.

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