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Código 46 - critica de cine
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Código 46

Perdidos en el mundo feliz

Un artículo de Pablo Vázquez || 22 / 4 / 2005

El cine de ciencia-ficción está de enhorabuena. Como era previsible, el comienzo del nuevo siglo ha vuelto a poner de moda los futuros apocalípticos, las distopías sobre estados federales y mundos no tan felices, en los que la libertad del individuo se encuentra anquilosada y reprimida en beneficio del funcionamiento del sistema. A nadie se le escapa que, como ocurría en la trilogía formada por Un mundo feliz, 1984 y Nosotros, sus historias no hablan tanto de un futuro fantástico como de los horrores de nuestro entorno. Esta característica, que siempre ha acompañado a la ciencia-ficción, cobra importancia capital en nuestros días: se trata de un cine social, político, concienciado y, en ocasiones, subversivo.

Code 46 se une a Inteligencia Artificial, Minority Report o a la aún no estrenada Equilibrium en su obsesión por radiografiar el presente cubriéndolo de ropajes fantásticos. Su historia, publicitada como una suerte de “Breve encuentro” en una sociedad sin fisuras, puede provocar cierta sensación de dèja-vu en el aficionado a la literatura fantástica: historia de amor prohibido, sobre un tipo gris que se juega su situación estable, descubriendo los agujeros de un sistema aparentemente perfecto.

Afortunamente, Winterbottom, ese inglés loco que se ha propuesto romper con su pasado con cada película, es un chef de cinco tenedores, un esteta que usa la forma como arma arrojadiza, bien capaz de vender lo antiguo como nuevo dotándolo de una fuerza envolvente y una personalidad rabiosa, a la vez que sutilmente decadente, que conecta directamente con los más recientes trabajos de Spielberg, Kubrick , Shyamalan, o el mejor Ferrara.
Experimento de antropofagia clásica al que sólo cabría exigirle un gramo más de locura, la película de Winterbottom es puro amor fou envasado al vacío, potenciado por una magnífica fotografía y la interpretación de sus protagonistas, unos inspirados y apropiadamente desorientados Tim Robbins y Samantha Morton. En su croquis vital del día de mañana el detalle cobra más importancia que la linealidad de la historia, donde son los adornos los que dibujan la auténtica personalidad de un cineasta notable que avanza a zancadas por su trayectoria creativa: desde esos constantes juegos de palabras a cuatro idiomas que se perderán en el doblaje, hasta el trazo de los personajes episódicos (la chica con el fetichismo de las pecas), o incluso los guiños colaterales (la aparición de Mick Jones, de los Clash, en el karaoke).

Y nuevamente, en este caso la yuxtaposición con la situación actual vuelve a ser transparente, desde el abrumador tono antiamericano presente en todo el guión, hasta la inclusión de apuntes brillantes, como la descripción de unas clases bajas que parecen sacadas de una explotación posapocalíptica de Bruno Mattei o Lucio Fulci. Y es que, por mucho que avance la ciencia y tecnología, los pobres siempre se verán igual, atrapados en una campana de cristal dominada por la atemporalidad.

FICHA TÉCNICA DE CÓDIGO 46

Título original: Code 46

Fecha de estreno: 09-04-2005

Año: 2003 Duración: 92 min

Director: Michael Winterbottom

Guión: Frank Cottrell Boyce
Intérpretes: Tim Robbins, Samantha Morton.

Lo mejor:  

-Poder afirmar que Winterbottom ya ha conseguido una mirada independiente a la historia que esté narrando.

Lo peor:

-La intermitente sensación de que sus responsables usan el contenido social de la película como un elemento decorativo más.

Puntuación:

7

Laconismo futurista brit con marca autoral, envolvente atmósfera y mensaje antiglobalización: una buena muestra de cine de ciencia-ficción.

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