Una de las cosas que mas llaman la atención al acercarse a esta nueva versión de la invasión extraterrestre imaginada por H.G. Wells en el ya lejano 1898, es encontrarnos al frente de la misma a Steven Spielberg, el mismo que hace ya mas de dos décadas nos demostró con “Encuentros en la tercera fase” primero y con “E.T el extraterrestre” después que los alienígenas, pese a su llamativo aspecto y a sus extrañas costumbres, también podían ser buena gente. Con su nuevo film Spielberg ha devuelto a los visitantes de otro planeta su original rol de invasores crueles e implacables en lo que aparentemente parece una traición a sí mismo.
Y es aparente porque, aunque aquí tenemos muerte y destrucción en lugar de simpáticos hombrecillos que tocan pegadizas melodías musicales o a los que les brilla el dedo, el corazón del relato está orquestado en torno a uno de los temas favoritos del director de “Tiburón”: la familia, tema que le permite narrar la historia de siempre desde una perspectiva poco frecuente en anteriores invasiones cinematográficas. Aquí tenemos la historia de Ray Ferrier (Tom Cruise), un descargador de muelle divorciado y padre desastroso de dos hijos a los que apenas conoce. El mismo dia en que ha de hacerse cargo de su descendencia es testigo de una extraña tormenta eléctrica que será el preludio a la aparición de unos gigantescos trípodes de origen desconocido que comienzan a sembrar la destrucción masiva por todo el mundo.
A partir de aquí lo habitual seria ir alternando las vivencias de dichos personajes con las de otros similares junto a las grandes escenas de destrucción y terror de multitudes con la inevitable aparición de los políticos y militares intentando encontrar la manera de derrotar al invulnerable invasor. Por suerte, y huyendo de la estela de “Independence Day” y similares, Spielberg mantiene a sus personajes y fija la historia en todo momento en el punto de vista dando a una superproducción como esta un extraño -por lo inhabitual- carácter intimista sin por ello renunciar a la épica, las escenas de masas ni a los espectaculares efectos especiales -impresionantes como el surgimiento del primer trípode-.