Se acercan las fechas en que la cartelera se copa de nieve, papa-noeles y sanas intenciones. El punto de partida de este estreno nos sitúa, en principio, lejos de cualquier atisbo de humanidad dado que la cámara será la encargada de captar el horror de las trincheras durante la Primera Guerra Mundial. No obstante, la película del director francés Christian Carion no pertenece al género bélico puro y duro. Este filme, alentado por numerosas nacionalidades europeas (Francia, Bélgica, Reino Unido, Alemania) símbolo de una Europa unida, se convierte en un emotivo alegato pacifista aplicable a cualquier conflicto armado.
Según el director de esta increíble hazaña, los encuentros fraternales en las trincheras se sucedían de forma continuada. A la vista están en la cinta los intercambios de cartas de uno a otro bando, el partido de fútbol y la entrañable nochebuena vivida por los soldados, donde la diferencia en el idioma no representa ningún impedimento para la paz (aunque el doblaje no nos permite apreciar las trabas idiomáticas).
Llevada a la pantalla a modo de testimonio coral, Feliz Navidad personaliza la peripecia en las figuras de dos cantantes de ópera(Diana Kruger, vista en Troya y Benno Fürmann), un oficial alemán (Daniel Brühl, Goodbye Lennin!), y un cura (Gary Lewis, Billy Elliot) y soldado escoceses, aunque se den a entender pocos detalles de su vida antes del estallido de la Gran Guerra.
La manida frase “la realidad supera a la ficción” resulta fácilmente aplicable a esta comercial producción, puesto que parece imposible que estrechar lazos a lo Frank Capra se diera en pleno campo de batalla. Sin embargo, Christian Carion llevó a cabo una exhaustiva labor de documentación y parece que sucedió tal y como lo cuenta. Su director opta por una narración de corte clásico que recuerda a esas producciones de los años cuarenta y cincuenta en las que todos los personajes destacaban por tener un corazón de oro a pesar de rodearse de tanta adversidad -“Que bello es vivir!” del ya citado Capra, que nos visita cada Navidad en televisión o “Esta tierra es mía” de Jean Renoir, también con la guerra como telón de fondo-.
El resultado conmueve pero no apasiona, los personajes quedan un tanto desdibujados en aras de un acabado que contente a un público mayoritario. Por ello, nos brinda la oportunidad de vivir un auténtico cuento navideño realizado de manera académica pensado para barrer taquillas en estas fechas y como firme apuesta para optar al oscar a la mejor película extranjera.