Fábula catártica e inquietante, intriga trepidante y revulsiva, uno de los estrenos imprescindibles del año
En tiempo de carnaval, durante una semana escapamos a nuestra máscara de carne y hueso, la apariencia que hemos aprendido a controlar durante toda una vida, y nos cubrimos con el rostro del alma. Mostramos al mundo nuestro yo ideal y nos atrevemos a decir y hacer lo que reprimimos a diario.
V (Hugo Weaving) ha decidido conservar la máscara festiva. No es de extrañar, ya que el mundo que le rodea es todo él un carnaval, aunque siniestro. ¿Un universo alternativo, un futuro cercano? Gran Bretaña se encuentra sojuzgada por Sutler (John Hurt), un líder dictatorial que ha estigmatizado la libertad cultural, sexual y religiosa en nombre del bienestar y la seguridad. Él y sus esbirros (Tim Piggot-Smith, Stephen Rea, Rupert Graves) protegen una cotidianeidad social sospechosamente parecida a la nuestra. Un carnaval de las tinieblas que V, con la ayuda de la joven Evey (Natalie Portman), clausurará con fuegos artificiales, destrucción y asesinatos.
Al ser V de Vendetta la versión cinematográfica del cómic homónimo de Alan Moore y David Lloyd, es obligado hacer referencia para empezar al resultado del trasvase a la pantalla. El guión de Andy y Larry Wachowski (The Matrix) aporta un prólogo en el que se explica el origen del disfraz de V, modifica ligeramente el desenlace de la historia otorgándole un aura mesiánica y colectiva, y no salva las irregularidades en las que caía la obra original en su segunda mitad. Algunos de estos problemas afectan seriamente al conjunto de la película y la realización, simplemente ilustrativa, hace poco por salvarlos.
Los hermanos Wachowski han delegado la dirección del film en uno de sus fieles colaboradores, James McTeigue. Algunos dicen que por cansancio, tras pasar varios años ocupados con la saga Matrix. Para otros, los Wachowski no querían firmar como directores la adaptación de un texto ajeno. En cualquier caso es una lástima, pues su atrevimiento visual habría hecho más justicia a una película con muchos puntos en común con las aventuras de Neo, Morpheo y Trinity, y que en sí misma es una catarata de provocativas reflexiones y emociones.
No faltará quien acuse a los responsables del film de oportunistas, ambiguos y superficiales. Nos movemos en el terreno del cine de género -¿otra máscara?-, y ya se sabe que mezclar mensaje y entretenimiento termina por dejar insatisfecho a todo el mundo. Ahora bien, ¿qué pensar de una ficción que nos explica en uno de sus diálogos el sentido de atentar contra un símbolo, en clara referencia al 11-S? ¿Qué pensar de la cerrada defensa del anarquismo que hace la película –no por casualidad los Wachowski han ejercido en V también como productores bajo el nombre de Anarchos Productions-? ¿Qué pensar de las referencias más o menos sutiles al mundo islámico? Preguntas y más preguntas cuya respuesta está, y he aquí la coherencia del proyecto, en nosotros.
V es un alegato en favor de la libertad a cualquier precio, incluso el de los sentimientos y la propia identidad. Una fábula catártica e inquietante, que nos hace dudar de nuestro apoyo al protagonista hasta comprendiendo el móvil último de sus acciones. Durante gran parte de su metraje, una intriga trepidante y revulsiva en la que cada acto de violencia es un doloroso movimiento de ajedrez entre V y los guardianes del sistema. Nos hallamos ante uno de los estrenos imprescindibles del año y, decida lo que decida el tiempo sobre su calidad estrictamente cinematográfica, ante una de las muestras más representativas –junto a Buenas noches y buena suerte, Syriana o Munich- de que algo está moviéndose, por fortuna, en el panorama del cine norteamericano de hoy.
Un último apunte en torno a los actores protagonistas. Quien disfrute del film en versión original asistirá a una extraordinaria interpretación mímica y vocal de Hugo Weaving. Pero también a la desafortunada elección de Natalie Portman como partenaire del enmascarado. Inverosímil de principio a fin en su papel, Portman es la más evidente de una serie de concesiones a la taquilla que enturbian y cuestionan el verdadero propósito de los Wachowski y el co-productor Joel Silver. Otro motivo más para debatir V, ejemplo palmario en su construcción y en su desarrollo dramático de aquello que escribió Nietzsche sobre la imposibilidad de conocer la realidad en su esencia, y la obligatoriedad de acercarnos a ella a través de las formas, máscaras de la verdad y verdades en sí mismas.