Las cosas no son graciosas por el sólo hecho de ser grotescas. Pero esa es precisamente la apuesta de 'dos de los guionistas de Scary Movie'.
A los aficionados a la comedia paródica de Top Secret, Aterriza/Agárralo como puedas, Hot Shots etcétera les ha salido un nuevo enemigo. A todos aquellos que menospreciaban su humor absurdo y delirante, demasiado cuadriculados para reír sus gracias, les ha salido por su parte un poderoso aliado. Porque si Scary Movie había dado grandes momentos de degeneración en la parodia excusándose en el miedo adolescente de Scream –recuperando puntos en la tercera parte con David Zucker, uno de los artífices de las nombradas al inicio– Date Movie es la mayor y mejor representación de la degeneración absoluta, de la desidia y de la incompetencia, de los motivos por los que algunas conductas detrás (y delante) de una cámara deberían estar tipificadas como delito.
Empecemos por lo básico: la ruptura de reglas, no supone carencia de las mismas. Una cosa es alterar la estructura del tiempo, cruzar las barreras de lo políticamente correcto, dejarse llevar por los excesos, por la violencia gratuita, por el mal gusto entendido bien como chabacanería, humor negro o escatológico. Pero incluso ahí hay una regla de cajón: se hace por ser gracioso. O mínimamente gracioso. Aunque sea sólo un poco.
Basta con que alguno de los que se ha colado en la sala del cine con las carcajadas afiladas, bajo los efectos de sustancias psicotrópicas, o beneficiados por un intelecto menor y por debajo a la media, encuentre un “feedback” en el otro lado. Pero las cosas no son graciosas por el sólo hecho de ser grotescas.
Y esa es precisamente la apuesta de “dos de los guionistas de Scary Movie”. Revolcarse en lo grotesco, en una total carencia de sentido común y de percepción de lo gracioso que se aprecia incluso acabada la película con la selección de unas tomas falsas que alargan el silencio de una reflexión macabra. La que nos sugiere que los se han colado a manejar los hilos de esta producción son unos amateur con algún tipo de problema clínico que se traduce en la incapacidad para tomar nota de las cuestiones más esenciales.
Enumerarlas es casi sonrojante, pero a modo de pinceladas tres axiomas básicos: la parodia tiene poco sentido cuando lo que se trata son ya gags de una película de humor (en tal caso, sólo se abusa del humor ajeno en un plagio que no se enriquece por exaltarlo); el reggaeton, por más que no deba ser tomado en serio y pueda interpretarse como una broma de la industria de la música, del dj de turno, o del aciago destino de los mortales, no es de por sí gracioso, y por ello inundar con su sonido cada una de las tomas introduciéndolo con calzador, no alegra ni arregla la escena; y finalmente, como regla final, que si uno acaba con un resultado como el de esta cinta, ha de olvidar su estreno en las grandes salas para pasar a la salida directa en DVD como imponen las reglas comerciales, caso de no ser más ajustado el formato idóneo de abono industrial.
Es tanta la desgana que rodea a Date Movie que en la versión doblada, escenas de cánticos en el idioma de shakespeare no han sido doblados ni subtitulados a pesar de que en sus frases se contienen gags del mismo nivel que el del resto del metraje (es decir, nulo, pero había que hacerlo). Es sólo un síntoma más de algo grave y que alguien podría interpretar como una exageración al entender que en alguna de las afirmaciones aquí efectuadas hay una aversión al género, una inquina gratuita o ganas de lucimiento aleccionador. El justo pago a semejante desconfianza es tratar de aguantar alguno de los ochenta y tantos minutos en el purgatorio de su proyección, reflexionando sobre la decadencia de una industria capaz de permitirse comedias tan dramáticas y con posibles efectos secundarios.