Decía Sam Fuller que el secreto para meterse al público en el bolsillo consistía en iniciar la película cogiendo a este "por las pelotas" y, a partir de ahí, no soltar. Este parece ser el consejo que ha servido de guía a los artífices de la nueva entrega de las andanzas del agente secreto Ethan Hunt.
Con esta nueva entrega Tom Cruise, protagonista, productor y factotum de la saga, parece confirmar que esta se rige por la saludable tendencia de repetirse lo menos posible y cambiar el enfoque de una entrega con respecto a las anteriores. Si Brian De Palma realizó un cuidado ejercicio de suspense basado en un guión plagado de giros inesperados y dando rienda suelta a esas piruetas visuales que tan bien sabe manejar, John Woo manufacturó un pastiche de clásicos del género de espías bañado de ruido y furia en la que la historia era sacrificada a favor de la estética. Para este tercer round Cruise ha delegado el cuidado de su juguete favorito en manos del televisivo J.J. Abrams, creador de series como “Perdidos” y “Alias”, esta última todo un referente para saber lo que nos depara con este, su debut en la gran pantalla.
Al igual que sucede en la serie protagonizada por Jennifer Garner, en esta tercera entrega Abrams apuesta por alternar la peripecia vital de su protagonista, dividida entre su labor como agente secreto y su deseo de una vida normal y tranquila, personificado aquí en el personaje de Julia (Michelle Monaghan) mientras se va desplegando una intriga contrarreloj que le llevará a lo largo y ancho del planeta y en la que nadie es lo que parece ser. Las coincidencias van mas allá de lo temático ya que el director ha hecho uso de su equipo habitual de la serie, de la que repiten labor sus co-guionistas, su compositor, montador, etc. ¿Qué diferencia a esta película de un episodio de “Alias” de mayor duración? La respuesta es su ambición.
Consciente de las posibilidades que 150 millones de presupuesto le supones Abrams deja volar su imaginación y convierte al film en una montaña rusa donde, al igual que en sus producciones para la pequeña pantalla, sabe como enganchar al espectador y mantener fija su atención incluso en los momentos menos logrados -como las pastelosas secuencias románticas entre Hunt y Julia-, dando el do de pecho en unas escenas de acción a gran escala en las que la espectacularidad no está reñida con la credibilidad -a diferencia de la entrega dirigida por Woo- y donde el brío y la tensión son palpables sin que ello emborrone la narrativa.
Claro que entre tanto despliegue, Abrams también tiene tiempo para dedicar a sus personajes y aunque algunos apenas pasen de ser una mera presencia puntual sin mucha oportunidad de lucimiento, como el caso de Laurence Fishburne, se agradece que se haya rescatado el esquema del trabajo en equipo que caracterizaba a la teleserie creada por Bruce Geller y a la película de De Palma. Mención aparte merece el reciente ganador del Oscar Philip Seymour Hoffman en el pellejo de villano Owen Davian, verdadero malnacido sin escrúpulos que pese a su aspecto afable es capaz de ponernos el corazón en un puño en escenas como la que abre la película y en las que con su presencia y su amenazador diálogo logra ser mas efectivo que el tiroteo o la pelea mas explosivos.
“Misión Imposible III” continua manteniendo alto el listón del entretenimiento fijado por sus dos predecesoras, ofreciendo uno de los entretenimientos más cuidados que la cartelera nos tiene reservados además de suponer la confirmación para la gran pantalla de un director de cine de acción en un momento en que el género parece estar atravesando una encrucijada. Enhorabuena Mr. Abrams: Misión cumplida.