El mundo de los institutos americanos casi siempre ha llegado hasta nosotros en formas de teleseries de soso azúcar y sonrisas postizas de profident; afortunadamente, no todo es así. Basándose en la espantosa matanza de Columbine –dos adolescentes disparando a sus compañeros de clase-, el realizador de “Mi idaho privado” y “Todo por un sueño” da una contundente lección de imagen y sobriedad premiada –injustamente para la mayoría del sector de la prensa- por partida doble con la Palma de Oro en el último Festival de Cannes a la Mejor Película y al Mejor Director.
Gus Van Sant., además de escribir la historia, utiliza la cámara en “Elephant” como ventana, en el sentido de que por ella se cuela todo, lo que vale y lo que no, y lo hace con una gracia difícil de asimilar. Porque por ella entran también los tiempos muertos.
A modo de película coral y basándose en continuos planos secuencia con cada uno de los abundantes personajes que pueblan la película, la cinta retrata las dos últimas horas de tensa calma en las clases y pasillos del Instituto hasta la matanza; ciento veinte minutos de retrato al fresco de una generación, una sociedad, ya que parece que todos tienen su función asignada, su sitio en el mapa del Instituto: desde la freak acomplejada que no se pone pantalones cortos para hacer gimnasia hasta las bulímicas que se meten en cuarto de baño en coro a vomitar la poca comida que se meten en el comedor del Instituto, pasando por los guapos y aparentemente triunfadores atletas, todos hasta llegar a los dos inadaptados que acaban entrando en las clases y pasillos cargados hasta los dientes de armas semiautomáticas compradas por Internet. Incluso a pesar de utilizar esos aparentes personajes tópicos, funcionan y son llevados por el realizador y guionista con un acierto, proximidad y realismo muy apreciable, dejando de lado algún que otro detalle a pasar por alto como el que los jóvenes asesinos, además de ser vírgenes, chicos sensibles y tocar el piano, gasten horas ante el ordenador jugando al “Quake”.
Lo digo por que yo soy fan y no he matado a nadie. Todavía.