Al igual que la historieta, el videojuego se ha convertido en una importante fuente de inspiración para el cine. Sin embargo mientras que el grupo de las adaptaciones al cómic puede presumir de haber logrado algunos títulos redondos, el nivel de las adaptaciones de videojuegos sólo ha llegado al aprobado justo como máximo –y luego están los ¿films? de Uwe Boll, pero esa es otra historia-.
La principal razón del problema posiblemente se encuentre en el desconocimiento y/o falta de respeto por parte de los cineastas con respecto al material que les sirve de base. Cuando se anunció que la adaptación cinematográfica de “Silent Hill” correría a cargo de Christophe Gans y Roger Avary se abrió un resquicio a la esperanza pues ambos tienen una reputación de ilustrados de la cultura del entretenimiento –es decir, frikismo- que hacia suponer que su labor haría justicia al original. Una vez visto el resultado final dicha suposición se confirma... a medias.
El principal ingrediente del éxito de “Silent Hill” el videojuego y sus secuelas era indiscutiblemente su terrorífica ambientación, la cual convertía cada partida en una experiencia de tensión y sobresaltos constante. En ese sentido se nota que Gans conoce el material sobre el que trabaja y da a su película un tratamiento acorde al mismo. La oscuridad, los sonidos perturbadores, las fantasmales calles abandonadas y anegadas por la niebla, los decorados sucios y de metal oxidado, etc están presentes junto a las bizarras criaturas fielmente reproducidas del original, dando el aspecto de pesadilla surreal tan celebrado en el original para consolas y que, por momentos, entronca a la película dentro de la corriente de la “nueva carne”, ese estilo tan enfermizo como fascinante cultivado por David Cronenberg, Clive Barker & cia.
Pese a narrar una historia con personajes propios y en la que el protagonista masculino ha sido sustituido por Rose (Radha Mitchell), el director toma como referencia las dos primeras entregas del juego y hace que, mientras busca a su hija desaparecida, Rose se las tenga que ver con situaciones y lugares que resultaran mas que familiares a los que conozcan el material original. La ambientación y puesta en escena de esas secuencias están reproducidas en ocasiones de manera tan fiel que incluso el movimiento de la cámara es el mismo que el de las secuencias originales del videojuego, alcanzado por momentos un mimetismo equiparable al de la adaptación cinematográfica de “Sin City” con respecto a los comics originales.
Para rematar las similitudes, Gans utiliza en la banda sonora del film temas de las partituras compuestas por Akira Yamaoka para los juegos originales y que ayudan a potenciar visiblemente la ambientación fantasmagórica.
Argumentalmente la película parece girar en torno al tema de maternidad, elemento este que hace que nos identifiquemos con Rose y la sigamos en la búsqueda de su desaparecida hija. Por desgracia cuando el metraje llega a su segunda mitad y hace acto de presencia un misterioso culto pagano relacionado con los extraños fenómenos del lugar, la historia comienza a derivar hacia unos personajes que no terminan por suscitar gran interés y a recorrer terrenos más trillados. Lo anterior unido al hecho de que la trama se complique por si sola -hasta el punto de necesitar una secuencia aclaratoria- no seria tan importante de no ser porque todo ello es narrado por el guión de Avary a base de discursos y diálogos aparentemente trascendentales y profundos pero que rebosan farragosidad y vacuidad por los cuatro costados. El mejor ejemplo posiblemente esté en la secuencia en la que el personaje de Mitchell se encara con la líder del culto frente a sus fieles. Las interpretes ponen todo su oficio para intentar sacar adelante el texto, pero ni aun así pueden mantener la atención del espectador que apenas se reaviva con ese clímax final gore digno de los cenobitas de “Hellraiser”.
El resultado final es por tanto un balance mixto. Mirando hacia atrás y viendo los precedentes no es exagerado afirmar que “Silent Hill” es la mejor adaptación cinematográfica de un videojuego realizada hasta la fecha. El problema es que también deja en el espectador la sensación de que podría haber sido mucho más.