Juego de prestigio, saga eterna de vueltas y vueltas a la caza del hombre vampiro. Ahora, aprovechando el salto definitivo a las 3D, se retoma la idea desde las bases, volviendo al inicio mismo de la leyenda.
Es difícil hablar sobre algunos videojuegos con la intención de resumir todo lo que va asociado a ellos, haciendo entender cual es su importancia que los destaca sobre el resto, y por qué aún cuando en apariencia hay otros con similares cualidades, de esos en concreto cabe predicar una especial relevancia.
Podría entenderse como una de las consecuencias lógicas de la explotación de una saga, la continuidad que les da y que se traduce en la oportunidad de ganar públicos más amplios. Es algo que en cierto aspecto hace referencia siempre a una rentabilización económica de forma prolongada en el tiempo, en que asociando un título con las funciones propias de la marca, se pretende aprovechar el crédito para exprimir sus cualidades.
Así, es frecuente encontrarse con continuaciones cercanas a la expansión, con algunos retoques necesarios para justificar su existencia, pero con el motivo básico de poner un nombre y una imagen con que sacar partido.
Pero también es verdad que hay algunas series que, ejercitando esa función de marca, lo hacen para garantizar siempre un nivel mínimo que resulta muy superior a la media. Y que como resultado de su historia, del prestigio logrado, lo aprovechan para dar siempre lo mejor y seguir alimentando la leyenda.
Para alguien que haya conocido el nombre de Vampire Killer, que tenga en su recuerdo el mito que creó en la segunda mitad de los 80, esto resultará más comprensible. Los más veteranos lo recordarán en MSX2, o bien en NES, o en versión de PC Engine, e incluso es posible que se encontraran por aquel entonces con su recreativa. Desde entonces, ha seguido apareciendo regularmente, enriqueciendo de forma reciente el catálogo de la portátil de Nintendo con los 3 valiosos Castlevania de Gameboy (sin duda, de lo mejor de la Advance).
Así, en un número incontable de ocasiones, los más diversos pretextos han servido de excusa para volver sobre lo mismo. Salvo la mácula de las versiones de N64 en que se intentó por primera vez la tridimensionalidad que ahora se logra, siempre ha dado la talla valiéndose de cuestiones argumentales y de detalle en la elaboración, que justifican el destacado protagonismo de los Castlevania.
Porque la atracción morbosa al fenómeno vampírico, ofrece probablemente el escenario fantástico de suspense que más seguimiento ha generado tradicionalmente.
Al contrario que otros monstruitos imaginados -¿imaginados?- la figura de Drácula y sus secuaces conlleva una serie de características que siempre han atraído de forma singular. Si no fuera por lo engorroso del término, se le podría calificar del monstruo con "glamour", pues su elegancia, su permanente clase y su lucha nocturna por ganar adeptos y hacerse con damiselas vía 'bocado al cuello', le ha hecho ganar entre muchos una cierta simpatía. Además, eso sirve para rodear al personaje de forma coherente de escenarios que participan de sus cualidades, la clase y la oscuridad. Lo gótico y misterioso tiene un desarrollo que contrasta con las especies y carnicerías a las que también va asociado el entorno.
Esta singular naturaleza, hizo que desde aquel Vampire Killer hubiera un argumento para atraer la atención. Y luego, lo que el título de Konami envasaba en ese exclusivo cartucho, por encima de las expectaciones de temática, servía para labrar una fama que posteriormente se ha ido defendiendo.