Olvidadas pues las ganas de superar a películas anteriores, The Host transcurre dentro de los límites del puro e inocente entretenimiento.
Perteneciente a la tradición oriental de filmes con monstruo cuyo máximo referente es Godzilla (1955), de Inoshiro Honda, The Host (2006), de Joon-Ho Bong, llega a nuestras pantallas con la lección bien aprendida. Lo que toda película con monstruo necesita es una buena dosis de terror, un poco de aventura y unas gotas de sentido del humor, combinado todo ello con algo de mala leche y unos solventes efectos especiales para crear una criatura que al mismo tiempo asombre y seduzca al espectador. Y el coreano Joon-Ho Bong ha dado forma a su historia con todos estos ingredientes.
Eso sí, habrá que ser un incondicional del género para pasar por alto ciertas deficiencias y algunos graves errores que restan a la aventura puntos de valor.
Ganador de la Concha de Plata al Mejor Director en el Festival de Cine de San Sebastián en 2003 por Crónica de un asesino en serie, Joon-Ho Bong logró colarse este año, con esta película, en la Quincena de Realizadores del festival de festivales: Cannes. La cinta participó también en Sitges y allí logró el premio a los Mejores Efectos Especiales. Este palmarés avala a una película que cuenta entre sus mayores virtudes con una falta de pretensiones encomiable, ya que, por norma general, el exceso de las mismas suele acarrear el consabido disgusto en el crítico de turno. Olvidadas pues las ganas de superar a cintas anteriores, The Host transcurre dentro de los límites del puro e inocente entretenimiento. Su director (también guionista) nos propone un argumento típico en el que un extraño monstruo, producto de un vertido químico, aparece en el río de una gran ciudad provocando el caos hasta capturar a una niña que se llevará consigo a su guarida; la familia de la pequeña, hará lo que esté en su mano para rescatarla dada la ineficacia de las autoridades. Pero, gracias a un saludable sentido del humor, se va dando la vuelta a los tópicos con soluciones de guión totalmente inesperadas. Por ejemplo, la familia protagonista no puede ser más extravagante y extraña, al mismo tiempo que las autoridades encargadas de acordonar la zona y eliminar al monstruo demuestran una ineptitud de retrasados. A ello hay que sumar que el vertido que provoca la formación del bicho es causa de la cabezonería de un médico norteamericano y que es precisamente su gobierno quien liará los acontecimientos a mitad de la película.
El filme se encuentra lastrado por un enorme defecto de perspectiva, pues el lado más interesante del argumento se halla en la, por momentos, aterradora lucha de supervivencia que lleva a cabo la niña “secuestrada” y no tanto en la delirante odisea que emprenden sus disfuncionales familiares para encontrarla, rescatarla y matar al monstruo. Esta última línea argumental concentra la mayor parte del metraje, dilatando en exceso y llevando al espectador a un sopor muy poco recomendado para este tipo de productos. Así, The Host no llega a alcanzar las cotas de redondez que sí poseen otros títulos con los que emparentan en su campaña promocional, pero quedará como una curiosa experiencia cinematográfica, un ejercicio de oficio de un cineasta que demuestra buen pulso detrás de la cámara y también gusto al encuadrar, así como una competente dirección de actores.
Aunque no podamos decir lo mismo de los efectos digitales, muy poco integrados en algunos planos reales, que dan fe de la precariedad del presupuesto (en comparación con los productos made in USA), pero también del escaso miedo al ridículo de sus responsables, que denota a su vez un sentido del humor admirable.