Probablemente, por la repercusión que comenzaba a tener horas antes de su anuncio, sólo pueda haber un inicio a la hora de destacar la primera bomba del presente E3 de Los Ángeles. Nintendo, tras exhibir algunas de sus promesas (la segunda parte de Metroid Prime, Resident Evil 4 y Star Fox entre otros) finalmente dio a conocer a su Nintendo DS.
La nueva consola, de doble pantalla como se había anunciado, cuenta con conexión vía BlueTooth, dos pantallas LCD retroiluminadas de 3 pulgadas de tamaño -la inferior de las cuales puede ser utilizada como las pantallas táctiles de las PDA para interactuar con menús- y un micrófono incorporado, por lo que algunos títulos podrían utilizar reconocimiento de sonido.
Por si esto fuera poco, la tecnología de la nueva DS también ofrece conexión LAN, por lo que en teoría un número infinito de jugadores podría conectarse mediante un hot spot y compartir una partida a través de internet. Las baterías continúan siendo recargables con la GBA SP, con la cual hay una total compatibilidad gracias a las dos entradas independientes para tarjetas y cartuchos.
Pero si esas posibilidades deslumbran, la mayor sorpresa vino cuando pudo verse un Mario muy similar al de Nintendo 64, y algo que impactó mucho más a los allí presentes: un Metroid Prime con sorprendentes parecidos a la versión Gamecube.
Así, uno de los rasgos que se ha dado en GBA, en que partiendo de un potencial teóricamente similar al de la SuperNintendo de 16 bits se han creado juegos que aparentaban estar cerca de la N64, vuelve a repetirse en este nuevo deseo de innovar que cada día parece menos extravagante.
Pero el protagonismo de la consola, por extraño que parezca, quedó rápidamente en segundo lugar cuando Nintendo mostró una carta que tenía reservada: el nuevo Zelda.
Adiós al Cell-Shaded de esa versión artística de The Wind Waker, Link aparece en su versión adulta tal y como muchos habían reclamado ante el aniñamiento de aquel episodio.