Mito del cine de terror, una de las más descarnadas, crudas y extremas historias salidas de mentes perturbadas que vieron en un hecho real algo con lo que atormentar a generaciones, el remake de La Matanza de Texas, de una cinta con un título tan descriptivo, aparte de cumplir con unas expectativas de descuartizamiento inevitables logra reavivar su sangrienta leyenda.
No puede ser más gráfico el nombre de la película por lo que recoge de la acción y del lugar. No ya que sea una matanza, es "la matanza", y Texas no es simplemente en donde suceden los hechos, es un personaje, un protagonista tan criminal como el propio monstruo de la sierra eléctrica que en connivencia con otros entes esperpénticos se arrastran por la América más sumergida para golpear con bestialidad inhumana -valga la redundancia- a todo aquel que se les acerca.
Hay un miedo muy arraigado en la sociedad estadounidense, en la tierra de las libertades promulgadas en declamación soñadora sometidas a golpes permanentes. La idea de que más allá de sus ciudades símbolo, de esos centros de vida en que late la esencia de su progreso, haya eriales alejados de su naturaleza de vocación democrática, pueblos que en su aislamiento se conviertan en lugares sometidos a sus propias normas, representa sus propios temores a la ruptura de las reglas. El modo sencillo en que todo lo que parece darse por sentado, se desvanece cruzando unos kilómetros de lo que sigue siendo su imbatible país.
Esto sucede en territorio tejano. Un grupo de chicos que tiene su propia visión rebelde de qué leyes les atañen o no -trapicheos de marihuana incluidos- pero que se sabe protegido por sus derechos, y que en su paso circunstancial por el lugar más equivocado, participa de ese quiebro en su límite máximo.
En el otro lado, una familia enferma sólo para los forasteros, que en su propia concepción de la vida -¿por qué dicen que somos raros?- consienten las prácticas más inconcebibles de charcutería humana. Toda esa lectura aporta un componente que refuerza vilmente a los métodos habituales del cine de tensión. Aquí los sustos de apariciones -desquiciantes- en medio de ese escenario de abandono, de todo lo que podría ser normal pero que acabó pudriéndose, se acaba marcando bajo el sol tejano que a duras penas se filtra en el interior de mansiones de horrores, sólo para mostrarnos de qué estan hecha las pesadillas, y hasta que la luz cede a una noche infernal de la que es difícil recuperarse.
Aunque los tiempos hayan cambiado y se haya eliminado mucha suciedad de la atmósfera buscando un aspecto más cercano a estos días, hay un lugar de Texas por el que es mejor no pasar nunca.
