A lo largo de más de un siglo de historia, el detective más famoso de Inglaterra ha tenido muchas encarnaciones distintas en múltiples medios. De la mano de Guy Richie y encarnado por Robert Downey Jr llega a las pantallas la última vuelta de tuerca a la creación más famosa de sir Arthur Conan Doyle: la de héroe de acción.
Instalado en el imaginario popular, Sherlock Holmes ha trascendido su condición de personaje para convertirse en un icono que representa la figura del detective privado, hasta el punto de que incluso quienes jamás han leído una sola de sus historias pueden decir quién es y cuales son sus principales características. Esa conexión con el público mayoritario y el hecho de que el personaje sea ahora de dominio público convierten a Holmes en el candidato perfecto para ser objeto de periódicas revisiones por un lado, y por otro para que las mismas puedan tomarse ciertas libertades con el material original sin tener que rendir cuentas a nadie.
Viejos conocidos, nuevos aires
Semejante situación fue dando forma a los pensamientos de Lionel Wigram, un ejecutivo de los estudios Warner (y responsable de los dos últimos episodios de la saga “Harry Potter”) que tenía en mente una visión de Holmes muy diferente a las vistas en cine y televisión, dotada de una sensibilidad más próxima a las audiencias modernas. Visión que en realidad tiene sus mismas raíces en los escritos originales. Y es que aunque Arthur Conan Doyle se centraba en mostrar la inteligencia y la lógica como las principales armas de su criatura, no es menos cierto que también describió a Holmes como un hombre ducho en boxeo y esgrima así como en una suerte de arte marcial llamado baritsu. Asimismo, y aunque Holmes es posiblemente el mejor ejemplo de una mente científica y racional, su padre literario era un hombre fascinado por el ocultismo y los fenómenos sobrenaturales. A partir de esos elementos, Wigram escribió una historia ambientada en 1891 en la que Holmes y su fiel Watson investigan una conspiración para destruir Inglaterra tras la que se encuentra Lord Blackwood, líder de un culto satánico. Una amenaza ante la cual Holmes tendrá que usar sus músculos además de su cerebro.
Para ayudar a vender la historia, Wigram decidió desarrollarla en forma de cómic junto al dibujante John Watkiss (“The Sandman”, “Conan el Aventurero”). Atraído por las posibilidades de reinventar a un icono emblemático desde una nueva óptica similar a los recientes casos de Batman y James Bond, el productor Joel Silver (“Matrix”) aceptó el reto y se hizo con los derechos para adaptar ese comic al cine antes incluso de que este se publicase. El director elegido fue el británico Guy Ritchie (“Snatch”), que sintonizó enseguida con el espíritu de la historia y su intención de plasmar en pantalla toda la acción existente en las aventuras de Doyle que escuchaba siendo niño y que en su opinión nunca había sido llevada correctamente a la pantalla.