Que Michael Moore da para mucho, es evidente. Que enemigos no le faltan, es inevitable.
Aunque por la condición de sus enemigos y su cuestionable habilidad, se le puede juzgar de una forma bastante clara. Si estos son tan singularmente mezquinos como para difundir la obra por la que están enfrentados al director, con el solo motivo de pretender dañarle económicamente, es que de los dos bandos hay uno que no anda muy iluminado y es fácil saber cuál.
Al parecer, recientemente Michael Moore había realizado una dura crítica -muy en su línea- al sistema actual de Propiedad Intelectual, cimentado en el poder económico de grandes empresas. A su modo de ver, la distribución sin ánimo de lucro no era un problema sino que favorecía la difusión de una obra. Y de ahí que sus críticos hayan encontrado un motivo para colgar su cinta en la red, ante las lógicas iras de la distribuidora implicada que hasta ahora ha obtenido jugosos ingresos económicos.
Lo cierto es que para parar a Moore, van a hacerle falta enemigos más preparados. Así lo tiene demasiado sencillo.