Tobey Maguire mostraba cara de funeral en las premières del retorno del Hombre Araña a la pantalla grande. Me dio esa sensación, y lo achaqué al tópico del temor a encasillarse en un personaje tan popular, que podía limitarle como actor y bla-bla-bla. Me indignaba pensando en lo poco agradecido que parecía el chico, al no saborear la fortuna de dar vida a todo un mito del Siglo XX, seguido por millones de lectores de todo el mundo en las últimas cuatro décadas.
Desgraciadamente, apenas transcurridos 40 minutos de proyección, no pude sino darle paulatinamente la razón a su gesto huraño. El peligro de masacrar el mundo de Spider-Man parecía haber pasado con la afortunada primera entrega, pero no. Más de dos horas de cinta sin pies ni cabeza, con sonrojantes diálogos (especialmente los de Maguire-Parker y Dunst-Mary Jane). Con ultrarrancias intervenciones de la tía May. Sin apenas sentido del humor, y ninguna socarronería propia del Lanzarredes en acción. Y un solemne atropello al personaje del Dr.Octopus, del que no se acaba de entender ni lo que le ocurre ni lo que le mueve durante la historia. Hasta aquí sólo algunos ejemplos de los errores que molestan al lector fiel de Spidey.
Y en lo meramente cinematográfico, aún tenemos más. Un Peter Parker no "héroe cercano", sino personajillo totalmente ridiculizado sin gracia, y sin la menor explicación de qué diablos le pasa con sus poderes cuando desaparecen transitoriamente. O las forzadísimas circunstancias que hacen coincidir a los escasos personajes una y otra vez en una NY que da la sensación de tener menos densidad de población que un pueblo perdido del interior de Castilla-La Mancha. Ningún rigor para una fantasía tan rica en potencia.
Lo único que se me ocurre es lamentar profundamente la sustitución de David Koepp en el guión por un tal Alvin Sargent con el que cualquier buen lector de Spider-Man preferiría no volver a cruzarse ni en broma. De cualquier manera, me sorprendió encontrarme con algunas caras de satisfacción a la salida de la sala...¿resultado de la pobreza general del cine fantástico, del desconocimiento del auténtico Peter Parker en formato cómic o de las sabrosas palomitas...? Mejor dejamos la duda en el aire.