Las distintas formas de ver una misma realidad. Cómo un punto de vista puede cambiar la percepción de los hechos, e influenciar en su desenlace. De eso nos habla Woody Allen en su última película, y viniendo de alguien cuya visión del mundo “no es sólo trágica sino extremadamente trágica” y que al mismo tiempo ha sido capaz de lograr una filmografía repleta de humor, no es extraño que haya logrado desenvolverse con tanta fluidez combinando drama y comedia, bajo la excusa de una discusión de bar en que dos amigos discuten sobre el potencial dramático y cómico de unos mismos hechos.
La respuesta autoparódica que Allen practica en sus películas, es una forma terapéutica de encarar miserias propias que a otro podrían hundirle. Sus traumas personales, sus obsesiones, el cuerpo de su neurosis es tan triste cómo gracioso dependiendo de cómo se plantee, y con su habitual consciencia de éste hecho, no hay obstáculo en exteriorizarlo en un argumento cualquiera y contrastar con el cruce de distintas perspectivas esa forma de ver las cosas.
Su humor sigue desprendiendo inteligencia, una devoción por la confrontación de personalidades y una gran capacidad para captar lo absurdo de la vida real y empaquetarlo en escenas delirantes. El reparto cambia en ambas historias, manteniendo únicamente a Radha Mitchell quien necesariamente ha de sostener más peso en la actuación al personificar la distinta respuesta a un mismo destino dependiendo de la naturaleza humana: entre su posición autodestructiva y la que lleva con más soltura sus desgracias, su vida es algo más que las cartas que le han tocado y su forma de encajar los golpes determinan su futuro.
En el lado cómico, Will Ferrell toma el papel que le habría correspondido a un Woody Allen que en esta ocasión opta por mantenerse en el otro lado de la cámara pero que cuenta con éste como aliado para expresar sus histrionismos y pose caricaturesca. El experimento de la unión de argumentos funciona, sirve para dar respuesta a aquellos que acusan al pequeño genio de Manhattan de hacer siempre lo mismo, y recuerda que su cine es, fiel a sus señas, tan elegante como saludable.