Hay películas con verdad. Hay pocas, pero las hay. Películas que reflejan las contradicciones y los desaires de la vida. Películas que se arriesgan a mostrar el lado oscuro de todo ser humano caminando al lado de su lado amable. Películas que se preocupan más de que sus interpretes tengan alma que reflejar en sus rostros que de contratar caras bonitas y poco más. Contra la pared es uno de esos regalos.
Cahit (Birol Ünel) vive su día a día al límite. Su único deseo es abotargar su cabeza en tanto alcohol como pueda ingerir. Quiere destruirse. Una noche estrella su coche contra una pared y como resultado aparece en un psiquiátrico. Sibel (Sibel Kekilli) ha llegado a la misma clínica. También ha intentado suicidarse. Apenas tiene dieciocho años y ya se quiere morir, prefiere no estar a no poder disfrutar. Su familia, padre, madre y hermano turco-alemanes, le cierran las puertas a la vida desenfrenada que ella desea. Sibel quiere salir a bailar, acostarse con tantos chicos como le apetezca, vestir como se le antoje, hablar con quien le plazca.
El encuentro de Cahit y Sibel en la clínica hará que los dos salgan de sus soledades. Sibel propone a Cahit un matrimonio de conveniencia para liberarse de su familia. Es una locura, pero él acepta. Si no encuentra razones para ayudarse a sí mismo, ¿por qué no ayudarla a ella? Ambos se sumergen en una convivencia que poco a poco les va descubriendo el abismo del otro. Ahora ya no hay reglas. Sólo ellos pueden decidir. Amar es quizá la forma más intensa de vivir.
Premiada en Berlín 2004 con el Oso de Oro, Contra la pared es una construcción poética de dos horas entorno a una canción: “Estoy triste por tu causa, amada Saniye de larga melena...”. Un grupo de folklore turco marca el ritmo de la narración en unos acertadísimos planos de transición. Además, la música se enclava siempre en una Estambul cargada de luz, mientras la acción discurre casi siempre en Alemania y con oscuridad. Poesía pura. Un guión intenso y dramático. Con los diálogos justos, sin concesiones al espectador. Sugerir más que contar.
Su director y guionista, Fatih Akin, nacido en Hamburgo de padres turcos, tiene tres largometrajes más, Kurz und shmerzlos (1997), In Juli (2000) y Solino (2002), y trabaja con Birol Ünel desde su primera película. Para Sibel Kekilli éste es su debut en el cine, Akin la descubrió en una oficina del Ayuntamiento.