Borjamari y Pocholo son dos hermanos del barrio de Salamanca, la zona más selecta de Madrid. Estudian derecho y son los más “canallas” de la facultad. En los felices ochenta, su vida transcurre entre fiestas y discotecas, con la única carga de tener que soportar a sus primos, de los que se ríen en cuanto tienen ocasión. Veinte años más tarde las cosas han cambiado, pero Borjamari y Pocholo no. Lo que antes les hacía populares y triunfadores es ahora motivo de burla entre la gente que antaño los admiraba.
Esta es la premisa con la que arranca El Asombroso Mundo de Borjamari y Pocholo, la última comedia de Santiago Segura que, como las anteriores, promete reventar las taquillas del país. Y es que ver al actor más gamberro del panorama actual metido en la piel de un pijo perdedor es un aliciente añadido que garantiza carcajada Segura, nunca mejor dicho.
Pero aunque la taquilla diga lo contrario, tampoco nos encontramos aquí ante una gran película, ni siquiera ante una película eficaz. El Asombroso Mundo… cumple a duras penas lo que promete, resultando una cinta agradable de ver pero nada más. Da la impresión de que se podría haber sacado más jugo a unos personajes que, ha de reconocerse, están logrados. Pero no sucede así, y lo que podría haber sido una comedia ácida, con más crítica y mejor humor, queda como blanda, nutriéndose de gags de los hermanos Farrely, pero con peor resultado. Y es que después de Algo pasa con Mary, los dos Torrentes, y otros muchos sucedáneos, parece que ya este todo dicho en el humor grotesco y de mal gusto, subgénero bastante extendido en nuestro país.
Por otro lado, el film cuenta con buenos secundarios. Actores como Guillermo Toledo o Pilar Castro dan replica a los protagonistas, sobre los que descansa todo el peso. Y este es quizá el mayor fallo del que adolece, el reírse de dos personajes esperpénticos, teniendo una excusa perfecta para criticar y analizar el submundo en el que se mueven, es retratado con la mayor naturalidad pero sin un ápice de ironía. Esto da como resultado una cinta divertida a ratos, correcta en las formas, pero vacía en su contenido. Un espectáculo que no decepcionará a los seguidores de Santiago Segura, pero que nada nuevo dirá a los que no comulguen con el humor de este showman.