Advertencia importante: si estas navidades busca una cinta familiar para compartir con sus allegados, hijos, nietos, sobrinos, u otros compromisos ineludibles, NO vayan a ver Bad Santa. Si por el contrario el lector es de los que a mitad de noviembre se pregunta asqueado por qué la navidad ha llegado ya a los grandes almacenes, a qué se debe que en cuestión de días todos vayan a felicitarse por algo que no han hecho, y maldiga cómo la odiosa pregunta sobre los planes de fin de año empieza a aparecer con creciente regularidad acabado agosto, esta puede ser su película.
Bad Santa cruza con mucho los límites del cine gamberro. En su intención no está la de hacer una broma navideña con la figura de Santa Claus. Sin que sea pretendidamente cómica, es graciosa por lo irreverente, pero desapasionada en cuanto a intenciones. Billy Bob Thornton, firmando como no podía ser de otra manera una actuación brillante, ejerce de papa-noel contratado en periodo navideño para planificar su robo anual junto a un elfo enano afroamericano. Alcohólico, asiduo a las prostitutas, con la líbido tan alta como baja su dignidad, no oculta su cara de asco y profundo desprecio por la vida de quienes les rodean, y los niños que se sientan en sus rodillas a reclamar regalo navideño. No hay en él atisbo de bondad, de humanidad ni de espacio para la enmienda. Cada 3 palabras llega la malsonante, y sus escrúpulos y moralidad son algo que sencillamente no ha podido robar. El resto lo hará cuando tenga ocasión, importando poco cuánto de desvalida sea su víctima.
Con él en pantalla, su degradación personal en días navideños, su forma de reptar hasta el siguiente golpe, es cómica con amoral naturalidad. Lo artificioso del festejo navideño comercial, contrasta con su realidad despreciable. A esto no le hace falta mucho más para convertirse en una de esas transgresiones que plantean todo tipo de problemas a las productoras. Apadrinada por los hermanos Cohen, hasta que Bon Weinstein no dio el último apoyo tras ver otro trabajo de su director Terry Zwigoff (Ghost World, otra cruda comedia) no era posible llevar este proyecto adelante. Estrenarlo en fechas navideñas, es un riesgo para el espectador desinformado que no perciba en su cartel, con señorita chuperreteando la oreja del pérfido Willie T.Strokes (el gran Billy), que esto va de otra cosa muy distinta a las cintas de Tim Allen (alguna hay en cartelera). Otra cosa que, como él afirma, “es una historia que traslada la sensibilidad de “South Park” al espíritu de “IT’S A WONDERFUL LIFE” y consigue darle un giro al típico concepto de la comedia navideña”. Aunque con todo, a su forma de ver, acaba siendo un reencuentro con la navidad para las mentes sarcásticas y maliciosas, que no podrán parar de reír con este giro navideño hacia el infierno.