Ana vive frustrada. Tiene cincuenta años y no ha cumplido ninguno de sus sueños de juventud. Por motivos laborales se irá una semana a París, circunstancia que aprovechará para tratar de mejorar su presente.
Según sus directores, Entre vivir y soñar es una película positiva que narra la segunda oportunidad que la vida le brinda a Ana (Carmen Maura) para volver a vivir sus sueños de juventud Es una invitación a vivir, a disfrutar de las cosas.
Buenas intenciones de origen las que plantea el dúo Albacete-Menkes en esta su quinta película hasta la fecha. Lástima que sólo quedé en eso: buenas intenciones de origen. El motivo, un mal muy extendido en el cine español de los últimos años: falta de guión. La historia (escrita a tres manos entre los directores y Ángeles González-Sinde) tiene tan poco interés que resulta difícil concentrarse en ella. Solamente la presencia de un personaje estrambótico como es el vecino en París de Ana, Jean François (Alex Brendemühl) consigue despertar el interés suficiente como para visionar la película hasta el final y esbozar, incluso, varias sonrisas. Poco bagaje para una comedia romántica con un buen reparto, encabezado por la siempre genial Carmen Maura.
El problema de Entre vivir y soñar es que plantea una historia típica de aburrimiento conyugal, protagonizada por una mujer insulsa e ignorante, que ya desde joven se nos presenta como una chica cuya máxima inquietud es casarse con un marido guapo que la permita viajar por todo el mundo. Todo lo que rodea a un personaje protagonista así, no puede resultar muy atractivo: un marido tristón, una hija juerguista, un pasado sin atractivo, un trabajo de profesora de cursos de cocina... Es una lástima desaprovechar un talento como el de Carmen Maura para interpretar personajes de este tipo. Además la trama resulta ilógica e incomprensible, rebasando con creces las licencias que consiente el género de comedia-romántica. El resultado de esa buena intención de origen, señalada al principio, es una película machista que narra el desperdicio de la segunda oportunidad que la vida le brinda a Ana para volver a vivir sus sueños de juventud (que, dicho sea de paso, eran los sueños de una “niña tonta” y caprichosa muy alejada de lo que cualquier mujer se plantearía a los cincuenta años).
Como dijo la propia Carmen Maura en la rueda de prensa: “el principal atractivo que vi en el proyecto fue el hecho de rodar en París”. Pues eso, que para los amantes del buen cine, siempre nos quedará París...