Este año las nominaciones a los Oscars tratan con generosidad el tema del suicidio, y más que ninguna lo ha hecho El Hundimiento (nominada a mejor película extranjera). No es la primera vez que se hace una película sobre los últimos días en el Nido del Aguila, pero en ésta la atmósfera claustrofóbica del bunker se extiende al exterior.
El realizador Olivier Hirschbiegel y su productor y guionista Bernd Eichinger han afrontado un reto difícil: dramatizar, esto es humanizar, al personaje más demonizado del siglo XX. Aunque, más allá de sus delirios y una dosis de galantería, no penetran en su obstusa psique, sí profundizan en qué rondaba la mente de los hombres que le siguieron hasta al final. Eran unos asesinos, pero no de otro mundo.
El contexto de El Hundimiento, los últimos 12 días de Hitler, es una plataforma dramática tan interesante como el naufragio del Titanic. Lo asombroso en Der untergang es que mientras en el hundimiento de Titanic los pasajeros afrontan la muerte porque físicamente no es posible escapar, en este película sus protagonistas se preparan para ella porque psicológicamente no pueden hacerlo. El Tercer Reich es su prisión y más allá de él sólo existe la muerte.
Al enfrentarse a su última hora, cada uno de ellos saca su yo más íntimo, haciendo al espectador cómplice de un grupo de desarrapados nazis en sus último estertores por sobrevivir. Los actores, todos primeras espadas de la escena alemana, realizan intepretaciones deliciosas, ensalzadas por lo casi obsceno que resulta ver a los uniformados de las SS como hombres. Para interpretar a Adolf Hitler, el actor suizo Bruno Ganz recurrió a la única cinta existente de una conversación de Hitler en la intimidad, grabada por un diplomático extranjero a escondidas. Ganz hace una interpretación sobresaliente, sacando a la luz toda la debilidad del personaje.
Nuestro referente dentro de este pelotón de suicidas es Traudl Junge, la secretaria personal del dictador, que entró a su servicio con la ilusión de cualquier muchacha cuando consigue un buen empleo. Con este papel la rumana Alexandra Maria Lara se consagra como una diva más allá del cine alemán.
Bernd Eichinger, el productor y guionista del film, llevaba tiempo queriendo hacer una película sobre el nazismo y como no podía ser de otra forma encontró su filón en los últimos días del Führer. En concreto, fue el libro El hundimiento: Hitler y el final del Tercer Reich de Joachim Fest. el que le facilitó el contexto. El punto de vista para abordar la personalidad del monstruo del siglo XX, se lo dio la biografía Hasta el último momento: la secretaria de Hitler cuenta su vida de Traudl Junge y Melissa Müller.
Con estos dos pilares, una joven con la palabra inocente gravada en el rostro, y el dantesco marco de los últimos días, Eichinger y Hirschbiegel realizan un esperpéntico retrato de la Alemania nazi.