Pocas veces se ha producido una sinergia creativa tan enriquecedora como la generada en "Arthur Christmas: Operación Regalo" entre la idiosincrásica productora Aardman y un gran estudio como Sony.
Si hay una pregunta que se han hecho siempre los niños es, ¿cómo logra repartir Santa Claus en una sola noche todos los obsequios que se le han pedido? Arthur Christmas: Operación Regalo nos brinda la respuesta: Santa Claus no ha habido uno sino muchos, parte de un linaje inmemorial que se adapta al incremento progresivo de la población con todos los medios tecnológicos a su alcance.
Pero, ¿qué sucede cuando, a pesar de los esfuerzos de la familia Claus, una niña se queda sin su regalo de Navidad? La técnica y la eficiencia habrán de dar paso al entusiasmo y el compromiso personal. Y no todos los Claus sabrán estar a la altura…
Hasta el estreno estos días de Arthur Christmas, las producciones animadas más ambiciosas de 2011 habían oscilado entre la hipertrofia audiovisual (Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio), la extravagancia (Rango), el divertimento de efluvios clásicos (Kung Fu Panda 2), el continuismo (Cars 2) y el puro frenesí (Rio).
Arthur Christmas reúne todas esas características. Y las conjuga de modo absolutamente armónico, lo que hace de ella una de las mejores películas, animadas o no, del año que ahora termina.
Más aun: la rocambolesca aventura que corre el miembro más joven del clan Claus, Arthur, para entregar a su solicitante antes de que despierte ese regalo traspapelado del que hablábamos, alberga un canto a los valores más entrañables de la Navidad tan sutil y a la vez enérgico como hacía años no veíamos.
Hasta el punto de atrevernos a apostar por Arthur Christmas como futuro clásico de ese peculiar género que es el cine para las próximas fiestas, que cuenta ya con hitos como ¡Qué bello es vivir! (1946) y Pesadilla antes de Navidad (1993).
La película es irreprochable en casi todos sus aspectos: el reparto coral en su versión original, bien avenido y entregado a unos personajes con relieve; una dinámica familiar que presta un sentido profundo, casi dramático, a los dilemas de los Claus; el sentido del espectáculo que manifiesta la animación, con un 3D excelente; un guión lleno de ritmo, ocurrencias y humor extravagante; y un discurso sobre lo que significa tradición y lo que significa modernidad, sobre los valores de lo artesanal y los vicios de lo industrial, que, como ya hemos comentado, termina por incidir en una reivindicación irresistible, intemporal de la Navidad.
Pocas veces ha surgido una sinergia creativa tan enriquecedora como la generada en Arthur Christmas: Operación Regalo entre la idiosincrásica productora británica Aardman (Wallace & Groomit, Ratónpolis) y un gran estudio multinacional como Sony Pictures Animation (Lluvia de albóndigas, Los Pitufos).