El nombre de Robert Redford no necesita presentación, es uno de esas figuras de Hollywood que con el paso de los años y los méritos acumulados no dejan lugar a dudas sobre su talento, ya sean empleados delante o detrás de las cámaras. Algo así como un Clint Eastwood cuyos últimos trabajos no están a la altura de las expectativas.
Esta vez se decanta por la dirección de un drama judicial centrado en el juicio que siguió al asesinato de Abraham Lincoln. En éste, se acusará a una mujer como conspiradora del homicidio. Su defensa correrá a cargo de un joven que se desvivirá para lograr su exoneración.
Redford parece querer optar por la objetividad del relato y por una trasposición lejana de los hechos acontecidos. Trasluce, aún con todo, un discurso moral con tintes de bondad maniqueísta sobre la corrupción social y la degeneración de los poderes políticos que deja preguntas abiertas a la mente del respetable. Podríamos pensar,por otro lado, que la aproximación de Redford como cronólogo es una efectiva parábola sobre los tiempos que corren así como toda una clase magistral de libro de historia narrada mediante un proceso judicial de primer orden, lo cual no tiene porque ser necesariamente algo bueno.
En esta perspectiva redfordiana encontramos una rutina melodramática de que despertará poca empatía con el espectador. La conspiración es una de aquellas obras que convence pero no impacta, ilustra pero no penetra. Su pulcritud narrativa es su gran virtud pero a la vez su gran restricción. Además del empleo de una dirección artística impoluta e iluminada, una fotografía exquisita y una partitura tocada por la gracia, Redford demuestra gran clasicismo cinematográfico que cae en la monotonía. Quizás este filme sea muestra de que el realizador ha alcanzado un punto de madurez conservadora que seguramente convencerá a los continuistas.
Sin embargo, Redford reúne a un elenco insuperable que manifiesta una versatilidad recorriendo todos los estadios humanos (soberbios James McAvoy y Robin Wright y un sinfín de nombres secundarios) y revela un pedazo de historia que debería estar impartiéndose en la enseñanza secundaria; tan sorprendente es su trama que el espectador se asombrará por estar ante un documento del que no había nunca hablar antes.