El mundo vuelve a estar en peligro. Ominosos terroristas resentidos, en su aversión por el creciente heretismo occidental, planean el golpe definitivo con que noquear a sus adversarios y sembrar el caos. Afortunadamente, el mundo cuenta con ellos, con el grupo de lucha antiterrorista de élite con el que dormir tranquilos: el Team America.
Con este argumento podría construirse una cinta de acción al uso, o dar terreno para la parodia a la actualidad y al género. Siendo sus responsables Matt Stone y Trey Parker, conocidos por la vitriólica serie/película South Park, las opciones se reducen. Sólo puede tratarse de la segunda.
Tras la curiosa elección del formato, con marionetas sobre decorados tan trabajados como sus rostros (que casi parecen identificables con el tipo de actores que se habría usado en carne y hueso) y en que se deja notar la mano de Bill Pope, el director de fotografía de Spiderman 2 y Matrix entre otras, comienza lo que muchos desde producción calificaban como "una película de Jerry Bruckheimer con muñecos". De hecho, una parte importante de su humor se basa en la ridiculización a las action movie, a sus rescates, venganzas, momentos bajos y posterior superación, todo amenizado por temas rockeros de banda sonora/videoclip, que aquí se vuelven especialmente significativos al alterar sus letras con mensajes socarrones, en lo que era un recurso habitual en South Park (allí usando el estilo de canciones infantiles).
Más allá de bromear con la metalingüística del cine, la bochornosa recreación de unos salvadores del mundo empeñados en librarnos de moscas a cañonazos no queda en esa vulgar y maniquea interpretación, si no que fieles al auténtico espíritu crítico que ensombrece a los cómicos de la demagogia, aquí hay tortas para todos: desde los propios fundamentalistas, al narcisismo del dictador absoluto (en esta ocasión Kim Jong Il, el presidente de la República Democrática Popular de Corea), al colectivo de actores que en su beligerancia anti-bélica acaban perdiéndose en su búsqueda de protagonismo, y hasta un Michael Moore que con sus dos apariciones se convierte en una de las mejores mofas de la película. Dejando en evidencia que todo es igualmente ridiculizable y que puede hacerse sin dejarse llevar por uno u otro bando dando a cada uno su merecida dosis, el uso de la marioneta permite dar un grado de imagen explícito extremo -incluyendo una escena pornográfica entre dos de sus monigotes en el trámite de escena sexual- con un gran parecido y sin hacerlo del todo censurable.
En conclusión, en un mundo que tan fácilmente puede irse a tomar viento, los más cáusticos pueden dibujar una sonrisa: incluso lo más dantesco tiene un lado cómico, y a veces ver a los protagonistas bajo otro aspecto, bien de color amarillo (Los Simpson), con trazos redondeados (South Park) o movidos por hilos (como en este caso, aunque siempre haya quien los mueve) puede ayudar a ver de otra forma a los otros personajes de carne y hueso. El humor de calidad, honesto y atrevido, tiene otra cita con lo políticamente incorrecto.