Algunos de los momentos más destacados de The Collector son las exageradas muertes de algunos personajes –y animales–, que casi caen de lleno en lo cómico.
Tras haber participado en los guiones de las últimas entregas de Saw –desde la cuarta parte de la saga hasta la séptima–, Marcus Dunstan y Patrick Melton son los encargados de dar forma a la historia de The Collector, dirigida asimismo por el primero, en lo que supone su debut detrás de las cámaras. Con dos escritores así, no cuesta demasiado intuir por dónde van a ir los tiros en este nuevo estreno dentro del género de terror.
El argumento planteado es el siguiente: un cerrajero de pasado carcelario, con la intención de que su ex mujer pueda pagar unas deudas que la acucian, realiza una incursión en una casa donde ha estado trabajando recientemente para robar una valiosa joya, aprovechando que los dueños están de vacaciones. Pero al llegar allí se topará con que se le ha adelantado el coleccionista del título, un sádico y perverso asesino en serie que tiene bajo su control a los propietarios de la casa. Además, la morada está repleta de trampas dignas del mismísimo Puzzle de la mencionada saga de Saw.
La premisa, por tanto, nos resulta relativamente fresca. Hartos como espectadores de ver cómo se siguen siempre esquemas muy similares en las películas de terror, se agradece que se le alguna vuelta de tuerca al género, convirtiendo al supuesto villano en héroe que debe salvar la situación peliaguda, y elaborando situaciones para que el protagonista y el serial killer de turno jueguen al gato y al ratón durante ochenta minutos, siempre con la casa como escenario de sus movimientos para pillar al rival.
Tras un inicio relativamente comedido la tensión pasa pronto a un primer plano, derivando más adelante, según se hace más presente el sangriento asesino, en un festín gore donde hallamos todo tipo de heridas, laceraciones y vísceras, para deleite de los aficionados a este tipo de títulos. Sin duda, algunos de los momentos más destacados de The Collector son las exageradas muertes de algunos personajes –y animales–, que casi caen de lleno en lo cómico.
Paralela a esta evolución sanguinolenta podemos apreciar un paulatino deterioro del guión, cuya acertada atmósfera –bien reafirmada por el uso de la cámara y del sonido– se ve dinamitada hacia su ecuador por ciertas decisiones que denotan una falta de mayor esmero en lo que se nos está contando (poca coherencia, verosimilitud cogida con pinzas, trampas por parte de los guionistas para llevar la historia por donde más les conviene...), para desembocar todo ello en una resolución precipitada y poco acertada, que encauza lo narrado con vistas a que se convierta en previsible franquicia: no en vano este filme data de 2009, y ya está en postproducción The Collection, donde se recuperan algunos de los personajes aquí presentes.