Una auténtica tortura, candidata firme a ser la peor película de este 2012.
Hacia el final de la película que aquí nos ocupa, Al Pacino dice: “Quémalo. Esto no debe verlo nadie”, refiriéndose a un bochornoso anuncio que se acaba de rodar con él de protagonista. Ahora bien, uno se pregunta por qué los responsables de Jack y su gemela son capaces de discernir que el anuncio en cuestión es ofensivo, pero sin embargo no han sabido aplicar el mismo ojo clínico para darse cuenta de que han parido un engendro convertido en largometraje. Es más, uno se pregunta asimismo por qué no se ha seguido el sabio consejo que da Pacino en la mencionada escena, ahorrándonos de paso el suplicio de tener que visionar un estreno de esta categoría.
El director Dennis Dugan vuelve a coincidir con Adam Sandler, tras entregarnos comedias de tan dudosa calidad como Un papá genial, Os declaro marido y marido, Zohan: Licencia para peinar, Niños grandes o Sígueme el rollo. Queriendo dar una vuelta de tuerca a los personajes a los que ha dado vida hasta ahora, Sandler interpreta al protagonista y a su propia hermana gemela –con una caracterización cutre, más digna de las cintas españolas e italianas de los años 60 que de la cinematografía más poderosa del planeta–, entrando así en una espiral peligrosa para su carrera. Y si no que se lo digan a Eddie Murphy y su manía de hacer más de un papel en la misma película.
La historia es muy simple: el personaje principal recibe la visita de su gemela, quien le exasperará hasta límites insospechados –aunque sabemos que al final habrá reconciliación fraternal–, a la vez que juega un papel importante para convencer a Al Pacino (interpretándose a sí mismo, con algún momento salvable) de que participe en una destacada campaña publicitaria.
Hay que destacar que, desde luego, se consigue que la gemela de Jack resulte realmente irritante, pesada y aborrecible, hasta el infinito y más allá. Sin ir más lejos, en la primera escena donde se luce de verdad –la cena familiar– el espectador ya se ve poseído por un ansia asesina hacia ella. Luego la cosa no mejora, y presenciamos una sucesión de situaciones vergonzantes y patéticas, de chistes sin gracia y de un humor excesivamente básico, grosero y para un público que apenas supere el encefalograma plano (son innumerables las veces en que se acude a los pedos para intentar provocar la risa).
Así pues, estamos ante un suplicio escrito y rodado con bastante descuido, nada divertido y que contiene algunos cameos de famosos (Johnny Depp, Santiago Segura) que nos llevan a preguntarnos cómo se han prestado a aparecer en esta infumable producción que sólo provoca vergüenza ajena. Ah, y resulta muy hipócrita y sangrante que en un momento dado se ponga mala cara a los chistes antisemitas (el propio Sandler es judío), pero luego se nos ofrezca un exhaustivo festival de tópicos para reírse a costa de los sudamericanos. Una auténtica tortura, en definitiva, y candidata firme a ser la peor película estrenada en España este 2012.