Tras un título tan anodino se oculta la cinta independiente americana Garden State, escrita, dirigida y protagonizada por Zach Braff. Hay muchos detalles de este debutante tras la cámara que inevitablemente nos remiten a las primeras obras de Kevin Smith: su juventud (28 años), el hecho de que desempeñe tantos roles dentro de la elaboración de la película, situar la acción en su Nueva Jersey natal (el “estado de los jardines” del título), una historia protagonizada por gente que está en el difícil tránsito entre la adolescencia y la edad adulta... Eso sí, Algo en común no es como una de las alocadas comedias de Smith, porque el tono que se quiere conseguir para esta historia no es ese, y flaco favor le haría al guión de Braff enfocar la realización con ánimo de imitar al director de Clerks y Persiguiendo a Amy.
Andrew Largeman vive anestesiado por la cantidad enorme de litio que debe tomar desde que un incidente de su infancia marcara para siempre el curso de su existencia. Se mueve como un zombi, sin disfrutar de la vida, hasta que la muerte de su madre al comienzo de la historia le obliga a volver a la casa familiar que abandonara 9 años atrás, para reencontrarse con parientes, amigos y compañeros del instituto de diverso pelaje. A lo largo de cuatro días apenas parará en casa, de tan ocupado como está visitando a gente que creía haber olvidado para siempre, e irá descubriendo que quizá tampoco está tan mal no tomarse esa medicación que le tiene sedado emocionalmente. Por el medio aparecerá Sam (Natalie Portman), una jovencita un tanto desequilibrada que ayudará a sacar al protagonista de su ensimismamiento, y Andrew sabrá que definitivamente ellos tienen algo en común, a pesar de sus muchas diferencias.
Una de las mejores bazas de la cinta es su trabajado guión, repleto de pequeños detalles y de toques de humor absurdo que despiertan una sonrisa o incluso alguna carcajada ocasional (esa camisa hecha con restos del papel de la pared), y el buen dibujo que éste hace de todos los personajes que van desfilando a lo largo del metraje, por más anecdótica que pueda ser su aportación (el antiguo compañero de clase metido a policía). Otro punto destacable sería que se desmarca de los argumentos convencionales que nos suelen venir con las películas norteamericanas: aquí no hay necesidad de explicar con detalle todo lo que sucede, y la parte amorosa de la historia tampoco responde a los tópicos que todos tenemos en mente. Si a eso añadimos que los actores lo bordan (el más conocido, Ian Holm como padre del protagonista) y que el colchón musical a base de Nick Drake, Iron and Wine y The Shins, entre otros, es muy acertado y está bien insertado en las escenas, no puedo hacer otra cosa que recomendar encarecidamente esta película para pasar un rato más que agradable.