Los protagonistas de esta comedia española son tres parejas de chicos que van a contraer matrimonio en una multitudinaria ceremonia que se convertirá en la primera boda gay en España. Hay que añadir a estos jóvenes las madres de cinco de ellos y el padre del sexto, más algún exmarido y un perro con muy malas pulgas. Con esos ingredientes Manuel Gómez Pereira dirige (acompañado al guión de sus habituales Yolanda García Serrano y Joaquín Oristrell) una historia donde se van cruzando los personajes una y otra vez, creando un tapiz cuyos hilos al final amenazan con estrangularlos a todos, como en toda comedia de enredo que se precie, un terreno donde Gómez Pereira ha demostrado ser sobradamente capaz.
Se nos ha querido vender esta cinta como una versión sui generis y a la española de la recomendable serie televisiva Sexo en Nueva York, pero lo cierto es que ambas no se parecen en nada, exceptuando el hecho de que las cinco actrices maduras que soportan el peso de la película son lo más destacable de Reinas. Lo demás es un argumento bien ejecutado pero harto predecible, típico de cualquier comedia con reparto coral cuyos responsables no quieran complicarse mucho la vida. Al principio cuesta meterse en la historia al haber tantos personajes por el medio y presentársenos de golpe, pero luego uno acaba por centrarse, dejarse llevar y aceptar aquello que se le propone desde la pantalla, aunque a veces se fuercen demasiado algunas casualidades y la vergüenza ajena planee sobre algunas escenas (que se salvan gracias a un acertado uso de la elipsis).
El guión se ve salpicado de saltos temporales y espaciales (y de escenas que se pueden presenciar desde el punto de vista de más de un personaje) que al menos proporcionan un ligero juego con el espectador, al dejarle colgado en ciertos momentos para explicarle eventos sucedidos con anterioridad o en paralelo a lo que hasta ahora estábamos viendo. Tampoco desagradan los guiños metacinematográficos que se hacen a costa de algunos de los actores de la cinta (la actriz que interpreta Marisa Paredes diciendo que ha trabajado con Almodóvar, o el personaje de Tito Valverde que no podía ser otra cosa que un policía parecido al de la serie El comisario). Todo esto contribuye a que al final uno se levante de la butaca con una sonrisilla satisfecha y sin haberse aburrido.