Una narración hipnótica, que sirve al objeto de socavar todas las certidumbres del espectador hasta desembocar en uno de los finales más bellos, terribles y visionarios del cine contemporáneo.
Take Shelter, nueva realización del estadounidense Jeff Nichols tras Shotgun Stories (2007), alberga parecidos sospechosos con El constructor, relato de 1952 obra del escritor de ciencia ficción Philip K. Dick. Lo que no tiene demasiada importancia. En primer lugar, Nichols no habría plagiado El constructor, sino aprovechado su andamiaje argumental para adaptar a nuestros tiempos convulsos aquello que siempre preocupó a Dick y Nichols comparte: "Muchas personas aseguran recordar sus vidas anteriores. Yo afirmo que puedo recordar una vida presente distinta". En segundo lugar, porque Take Shelter es una obra maestra absoluta.
El constructor narraba cómo E.J. Elwood, un afable hombre de familia, se veía sojuzgado a diario por su mujer, sus vecinos, el pánico nuclear y anticomunista, los prejuicios raciales, los medios de comunicación de masas... Ante ese panorama, Elwood desarrollaba una paranoia aguda —motor literario de Philip K. Dick— que le incitaba a construir en el jardín de su prototípica vivienda suburbial una nueva Arca de Noé. Racionalmente, Elwood era incapaz de expresar contra qué buscaba cobijo. Pero se obstinaba en mantener "la vista fija en el anochecer tras la ventana, como si oyese algo que los demás no podían oír".
De la misma manera, Curtis La Forche (Michael Shannon), protagonista de Take Shelter —título traducible como Refúgiate—, reacciona a las muchas incógnitas de nuestro presente sufriendo pesadillas y visiones apocalípticas que le llevan a cavar en el patio trasero de su casa una habitación subterránea del pánico. Algo que, lógicamente, causa desazón en su mujer y su hija, sus compañeros de trabajo y sus vecinos: Curtis está felizmente casado y tiene un empleo. ¿Qué le sucede? ¿Habrá heredado la esquizofrenia de su madre? ¿Está perturbado, o es un visionario?
Hay que remontarse a La última ola (1977), Mulholland Drive (2001) o Donnie Darko (2001) para hallar una película capaz de jugar tan perversamente como Take Shelter con lo real y lo alucinatorio. Ambas facetas van solapándose a lo largo de una narración hipnótica en la que son esenciales cada simbolismo, cada diálogo, cada contraste; un virtuosismo formal que sirve al objeto de socavar todas las certidumbres del espectador hasta desembocar en uno de los finales más bellos, terribles y proféticos del cine contemporáneo. Un final que sella la condición de Take Shelter como clásico instantáneo sobre los miedos individuales y la ceguera colectiva.
En este sentido, la película de Jeff Nichols es además un ajuste de cuentas con ciertas constantes edificantes del cine indie norteamericano y, por extensión, una crítica al pensamiento positivo y la corrección política que han emasculado Occidente durante las últimas décadas. La biografía de Philip K. Dick escrita por Emmanuel Carrère llevaba el ilustrativo título de Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos, y lo mismo viene a espetarles Curtis La Forche a sus compañeros de ficción en una escena catártica que tiene lugar en un comedor y que recuerda mucho a otras similares vistas en títulos de esta misma temporada como Infierno Blanco y Young Adult.
Difusamente, como le pasaba al principal personaje de Shotgun Stories, interpretado asimismo por Michael Shannon, Curtis siente que bajo nuestro consenso pastoral sobre la realidad laten tormentas y corrientes subterráneas, otro mundo en el que los perros son animales y no mascotas, los hombres algo más que padres de familia, la naturaleza nos es ajena, los acontecimientos no son reducibles fácilmente a signos (atención al hecho de que su hija sea sorda, como lo era el hijo de Nicolas Cage en otro gran film reciente sobre el Apocalipsis, Señales del Futuro)... Otro mundo que el lenguaje debe no camuflar sino asimilar pese a sus cualidades refractarias a ello, si es que pretende erigirse en un mapa fiable de la realidad, y no en una máscara enajenada de la misma que se cae a pedazos en cuanto la euforia da paso al bajón.
Como puede apreciarse por tan pretenciosas reflexiones, Take Shelter es una película de visionado obligado para quienes vivan en la primavera de 2012. Que igual son cuatro gatos, a tenor de los muchos émulos de la beatífica comunidad que rodea a Curtis La Forche que prefieren esconderse en The Artist, La invención de Hugo o Caballo de Batalla.