Cuando una producción consigue reunir a un director como Sidney Pollack y a dos de los más grandes talentos de la actuación como son Sean Penn y Nicole Kidman, la cinta tiene ya demasiado ganado como para no asegurar un límite mínimo de calidad.
Además a Pollack, que tiene oscars y nominaciones en cifras de vértigo (obtenidas en una carrera que incluye títulos como Memorias de África, Los 3 días del Cóndor, Sin Malicia, Tootsie, o más recientemente La Tapadera) le acompaña uno de los encargados de fotografía más experimentados como es Darius Khondji, que ha participado en éxitos como Seven o La habitación del pánico, y acompañado a directores tan extremadamente perfeccionistas como Jean-Pierre Jeunet (antes de dirigir Amelie contó con él en Delicatessen y la cuarta entrega de Alien). Por ello, el acabado estético no puede evitar una factura técnica impecable: desde la forma de mover la cámara, los enfoques y desenfoques con que hace transición de planos y hasta los encuadres, tienen los rasgos que distinguen a los directores con clase del resto, y encuentra un correcto equilibrio entre la cámara estática y la mareante.
A todo esto hay que añadir el hito de acceder a rodar por primera vez a la sede de Naciones Unidas, pretensión denegada en su momento a Hitchcock en Con la muerte en los talones, y que supone una aportación añadida como Khondji pudo apreciar en sus labores de fotografía: el aspecto era tan sumamente impactante que por una vez y contra sus costumbres no quiso cambiar nada en el rodaje de sus interiores.
Ahora bien, la temática de intriga y conspiración se debe sobre todo y por encima de cualquier apartado a una sola cosa: el guión, el texto, la historia. Ahí se ha querido lograr la fuerza con la unión de varias plumas, las de Charles Randolph (sólo destacable en su filmografía La vida de David Gale) Scott Frank (coguionista de Minority Report y parte de El Vuelo del Fénix) y Steven Zaillian (el que más tiene en su carrera, con La Lista de Schindler, Despertares, Hannibal y Gangs Of New York).
Del cometido de estos tres se sacan momentos acordes con lo que la trama pretende, fundamentalmente los encaminados a un último tramo que llega con suspense a pesar de la tranquilidad con la que se ha armado el metraje (sus más de 120 minutos en los que por fortuna hay algo de atmósfera), pero también lagunas y una superficialidad efectista que puntualmente no admite juicios demasiado profundos de coherencia.
Si bien entrar a cuestionar la lógica concreta de esos determinados momentos puede ser innecesario –más una vez se la encuadra lejos de las obras maestras–, la relación establecida entre Kidman y Penn, lo que debía ser uno de sus puntos de apoyo, se pierde con frecuencia entre conversaciones demasiado insustanciales para los pesos con los que ambos cargan, ello reincidiendo en enfrentar un diálogo desencantado y otro de supuesta espiritualidad con toques folkloricos. Él apretando arrugas y ella dejando escapar alguna emoción por entre un rostro contenido e incrédulo -en uno de sus usos habituales-, son instrumentos a medio gas para lo que se supone un drama personal mayor. Su relación no cala, no transmite nada más allá de lo evidente, y lo que se apunta como decisiones y momentos críticos, han de ser rescatados con entradas de banda sonora para encontrar la emoción que no transmite su mensaje. Y eso que viene cargado.
A pesar de ello y como se apuntaba inicialmente, las herramientas son demasiado poderosas como para que el conjunto no supere la mediocridad y no obtenga algo de clase. No llegará a destacar en la filmografía de Pollack más que por lo anecdótico del lugar del rodaje, su guión, al que quizá le pesaba demasiado ser el objeto de deseo de los dueños de la caja (el concepto surgió de la imaginación de los productores Eric Fellner y Tim Bevan, quienes querían una historia en el mundo de la diplomacia en que las palabras cambiaran el mundo...) como para darle sello de auténtica autoría, puede que se pierda entre intenciones, pero el pulido rodaje y un cierto grado de interés de entre los excesivos conflictos que plantea, queda cumpliendo en el resultado global. Aún cuando sea apurando esos mínimos que tenía asegurados.