A veces son las productoras las que se deshacen de un director aunque su trabajo haya sido bueno, como ha sucedido en el caso de Capitán América 2. Otras, es el propio realizador el que no quiere ligarse a una franquicia, prefiriendo aprovechar el resonante éxito obtenido por un título para relanzar su carrera.
Es el caso de Gary Ross, firmante de dramas tan prestigiados en su momento como Pleasantville (1998) y Seabiscuit (2003), cuya carrera languidecía hasta que le cayó en suerte Los juegos del hambre, primera adaptación de la saga literaria para jóvenes escrita por Suzanne Collins. Esta distopía futurista lleva recaudados solo en Estados Unidos trescientos millones de dólares, y los estudios responsables de la franquicia, Lions Gate y Summit Entertainment (recordemos que el primero compró el segundo recientemente), daban por hecho que Ross dirigiría al menos su primera secuela, En llamas, que pretende producirse a toda velocidad a partir de otoño para estrenarse el 22 de noviembre de 2013.
Sin embargo, Ross ha decidido no continuar al frente de la saga. Varias son las razones que se aducen para ello. En primer lugar, como ya hemos apuntado, que Ross pretende explotar ser el hombre de moda en Hollywood para recuperar proyectos más adultos que llevaba tiempo queriendo sacar adelante. Otras fuentes aseguran que la paga por dirigir En llamas tampoco iba a ser muy alta, y que iba a obligar a Ross a perder año y medio más de su vida con el universo de Los juegos del hambre, cuando la única novela de Collins que le gustaba era precisamente la original, aquella de cuya adaptación al cine ya se ha ocupado (en la imagen, durante su rodaje).
Lionsgate y Summit andan buscando un reemplazo rápido para Ross, así que no tardaremos mucho en ofreceros su nombre.