No cuesta mucho hacerse una idea previa de lo que uno va a encontrarse en la nueva película escrita, producida y dirigida por Gurinder Chadha (Quiero ser como Beckham), una comedia musical al más puro estilo Bollywood inspirada en un argumento clásico de la literatura inglesa (Orgullo y Prejuicio de Jane Austen). Sabemos que habrá una chica mona dividida entre el amor de dos chicos, uno tan enamorado de ella que apenas puede reaccionar en su presencia y otro un vividor de mucho cuidado que en principio parece mucho más atractivo (¿alguien dijo Bridget Jones?), y también sabemos que habrá multitud de canciones, bailecitos y coreografías para que los personajes expresen lo felices que son o lo mal que les trata la vida. Al tratarse de una película “de bodas” (algo que parece haberse constituido en todo un género en sí mismo últimamente) también intuimos que al final habrá alguna boda, o al menos que los personajes se pasarán todo el metraje obsesionados por que la haya, porque de lo contrario la desgracia recaerá sobre su familia.
Ahora bien, ¿se cumplen los pronósticos? Pues la verdad es que sí. Quien espere un nuevo giro en la historia se llevará un chasco, porque todo transcurre por terrenos tan trillados que a los cinco minutos de proyección ya sabemos cómo terminará todo. Sabiendo cuál es el destino, siempre nos queda el consuelo de intentar disfrutar con el viaje, algo que nos lleva a hacernos una segunda pregunta: ¿se consigue al menos entretener al espectador en las casi dos horas de duración de la cinta? A duras penas. A uno le cuesta mucho identificarse con los dos protagonistas principales: está claro que se quieren porque lo pone el guión, porque uno no acaba de entender qué pueden ver de cautivador en el otro, siendo tan sosos como son. Los números musicales no están del todo mal, pero son tan recargados que abruman, consiguiendo sólo detener y retardar el desarrollo de la trama (como en todo musical que se precie, salvo honrosas excepciones como Chicago) y alargar una historia a la que una longitud excesiva no le hace ningún bien.
Está claro que estas películas no te las puedes tomar demasiado en serio, porque uno tiene que dejarse llevar por las reglas del musical tradicional y de la comedia romántica más rancia, poniendo para ello en suspenso su incredulidad, pero de ahí a decir que vale la pena hay todo un mundo. Es cierto que en general no se pasa demasiado mal y que hay puntos ligeramente interesantes (la protagonista al menos es una chica con cerebro, y su padre tiene intervenciones muy acertadas), pero mala señal es para una comedia que uno se ría con más ganas justo cuando empiezan a salir los títulos de crédito del final, mientras en la parte derecha de la pantalla podemos ver varias tomas falsas del rodaje.