Enunciado usado hasta la saciedad: mientras que la mujer encarna la reflexión y la constancia, el hombre se deja arrastrar por las bajas pasiones.
Con el recuerdo aún fresco de la pasada edición de los Oscar y de la lluvia de premios internacionales que decidieron alzar a The artist como el filme del (pasado) año, claro estaba que director y actor de la mencionada cinta, Michel Hanazavicius y Jean Dujardin respectivamente, aprovecharían el tirón. Aunque pocos imaginaban que dicho oportunismo se concretaría en un filme pasatiempo de peso pluma como puede ser Los infieles, una comedia muy simple que se ha construido entre colegas del celuloide francés. No sólo el mencionado tándem ejerce sus labores cinematográficas en esta cinta sino que se ha llevado consigo otros nombres ilustres que harán las delicias del aficionado al cine galo.
Si The artist era una bella evocación de los inicios del star-system de Hollywood junto con el advenimiento del cine sonoro, Los infieles puede ser interpretada como otra tentativa de reverberar las tradiciones yanquis. Esta vez, las intenciones ponen sus miras en las comedias de episodios al estilo de New York, I love you o Historias de San Valentín aunque otorgando una vuelta de tortilla a la francesa. Se trata, pues, de una de esas películas corales segmentadas en las que se sucede un torrente de historias entrelazadas, concretamente seis funciones y tres entreactos que se convierten en juguete insustancial para lucimiento de actores y directores. Entre estos últimos, Dujardin se permite el lujo de reservarse una porción de la parcela realizadora.
Dicho esto, queda claro que estamos delante de un mero divertimento entre amigos del que cabría esperar ironía a raudales, cierta mordacidad y unas buenas mordeduras críticas sobre la pedantería masculina cuando se saca el tema de la infidelidad. Lo que encontramos, en cambio, es un verdadero amasijo de comportamientos demasiado prototípicos entorno al matrimonio, la pareja y las relaciones sexuales entre hombre y mujer. Todo ello para concretar un enunciado usado hasta la saciedad: mientras que la mujer encarna la reflexión y la constancia, el hombre se deja arrastrar por las bajas pasiones.
Sí que se puede vislumbrar cierto resplandor temático cuando la historia se aleja de los devaneos de sus personajes y se preocupa en esbozar mínimamente algunos aspectos sociales de máxima actualidad que aquí no desvelaremos. Pero como toda pieza confeccionada por fascículos, no es más que una propuesta irregular basada en el pretexto del homenaje-inspiración-copia de un modelo norteamericano. Graciosa aunque nunca chispeante, paródica pero nunca sensata, Los infieles basa su atención en el trabajo de un reparto impecable que concreta el único logro de la película.