La cinta arranca con fuerza y esta se mantiene a lo largo de todo el metraje.
Hace un par de semanas Rihanna iniciaba la promoción de su primera película a bordo de un buque armado en Yokosuka, Japón. La imagen era tan distinta al habitual paseillo por la alfombra roja que acabó dando la vuelta al mundo. La película que promocionaba era Battleship y esta inusual promoción dice mucho de la cinta en sí misma. Battleship no es elegante, no es una película sofisticada, pero sabe llamar la atención del espectador.
La cinta arranca con fuerza y esta se mantiene a lo largo de todo el metraje. Aunque también es cierto que lo hace a base de triquiñuelas. Espectaculares travellings, efectos especiales hasta el paroxismo y la omnipresente música cubren los defectos de un guión mediano. La banda sonora (a lo John Williams en los momentos épicos, con grupos de moda en las secuencias más tranquilas) llega a empachar y a sonar por encima de los cañones de batalla, pero es un defecto fácilmente perdonable. Lo que sí puede llegar a ser molesto es el excesivo patriotismo y la solemnidad en ciertos momentos supuestamente épicos, especialmente hacia la parte final del metraje: Battleship es una americanada y no lo esconde en ningún momento. Hay ciudades no estadounidenses destruidas, imágenes del presidente americano (el propio Obama en un discurso editado de forma francamente inteligente) en las televisiones de todo el mundo y demás parafernalia típica. Pero también hay humor. El patriotismo y la ñoñería son compensados con frases brillantes y momentos cómicos poco habituales en estas cintas. “¿Quién habla así en la vida real'?” interpela un personaje a otro tras la típica frase grandilocuente de film de acción.
El director, Peter Berg, añadió en su día algo de humor a las cintas de superhéroes, lo hizo de la mano de Will Smith en la entretenida Hancock. Ahora intenta hacer lo mismo con los alienígenas, aunque sus hombrecillos verdes son más parecidos a los Transformers que a los aliens de la teniente Ripley. No en vano (como ya sucediera con Transformers) Battleship está basado en un juguete. En un juego de mesa para ser más exactos, aunque aquí no lo conocíamos con ese nombre sino como Hundir la flota. La verdad es que como juego estaba muy bien pero no se adivina cómo ha conseguido Hasbro convencer a Hollywood para hacer una película sobre él. En Battleship hay una escena que recuerda fielmente al juego original. Nada más, el resto de la cinta tiene tanto en común con Hundir la flota como con otros juegos coetáneos como Operación o Cocodrilo sacamuelas.
Por lo demás hay poco que destacar. Rihanna, con corte de pelo nuevo para la ocasión, es tan buena actuando como cantando en directo. Taylor Kitsch, el actor principal, luce carne y pone cara de circunstancias y su chica hace lo propio con un top ceñido y unos minúsculos shorts. El reparto se completa con un Liam Neeson que debió de aparecer por el rodaje dos días: uno para grabar sus tres escenas y otro para recoger su generoso cheque. Pero no estamos ante una película de arte y ensayo. Battleship es un blockbuster muy bien pensado, en ella los engranajes funcionan a la perfección y consigue lo que se propone: entretener al espectador. Ni más, ni menos.