Las caper movies, o películas sobre atracos perfectos, vuelven a disfrutar del favor popular. Signo de los tiempos, producciones como La Trampa (1998), El secreto de Thomas Crown (1999), Ocean's Eleven (2001) o The Italian Job (2003), se adscriben a la tendencia más banal del género, la que privilegia los escenarios lujosos, la tecnología inverosímil y los engaños festivos. En muchos casos, además, como simples remakes.
El Gran Golpe sigue esa estela. Max (Pierce Brosnan) y Lola (Salma Hayek), pareja profesional y afectiva, burlan nuevamente al agente federal Stan Lloyd (Woody Harrelson) y roban el segundo diamante de Napoleón. Los ladrones recalan en Las Bahamas, que Lola supone constituirán un retiro agradable y definitivo. Max, sin embargo, se deja tentar por el tercer diamante del Emperador, llegado temporalmente a la zona a bordo de un trasatlántico. Mientras, ansioso por vengar las afrentas de la pareja, Stan se alía con Sophie, una policía local (Naomie Harris), para impedir el nuevo golpe.
Durante su primera media hora, el film plantea habilmente la situación, y establece el tono amable que regirá durante el resto del metraje. El director Brett Ratner visualiza el guión de Craig Rosenberg y Paul Zbyszewski con su atonía habitual, ya demostrada en Family Man, El Dragón Rojo o la saga Hora Punta; pero el formato panorámico y la fotografía de Dante Spinotti y Duane Manwiller sacan partido a las localizaciones y a Salma Hayek.
Ahora bien, la historia se agota, y en consecuencia El Gran Golpe se queda en nada. Lola prepara desayunos, ejerce de carpintera casera y se acuesta una y otra vez con Max para evitar que el ladrón se acerque al tercer diamante. Max entabla relaciones confusas con un mafioso local (Don Cheadle) que también ambiciona la joya, y con Stan. El agente intenta ligarse a Sophie. Se suceden momentos de comedia, camaradería y suspense bastante torpes y sin hilación.
Mucho antes del inevitable gran robo, que además no lo es tanto, el espectador se ha desentendido de la narración y se pregunta cómo puede ser tan plomiza y tan vulgar una película promocionada como el no va más del entretenimiento y la sofisticación.