Las carencias de esta cinta se amontonan a cada fotograma.
Todo parecía apuntar que esta nueva cinta de Zac Efron pretendía encumbrar al actor como hombre hecho y derecho para que abandonara, de una vez por todas, sus amoríos de instituto y sus correrías musicales. Aquí interpreta a uno de esos personajes masculinos tan característicos de la sociedad norteamericana: el de marine torturado que debe lidiar con el regreso al hogar después de contemplar el horror de una guerra, concretamente la de Iraq. Su supervivencia en tres misiones bélicas ha estado marcada por la instantánea que encontró de una bella muchacha y a la que decide buscar cuando vuelve a Carolina del Norte.
Queda claro apuntar, para más señas, que la novela original en la que se basa este argumento es de Nicholas Sparks, autor almidonado superventas que ya ha logrado que se adapten seis de sus novelas, todas ellas conmovedoras y románticas, entre ellas, la notoria El diario de Noah. Cuando te encuentre podría haber gozado de mayor madurez aunque estemos de otra cinta romántica. También podríamos haber tenido personajes de mayor verosimilitud, un argumento que logre cierta profundidad en torno a los desastres de la guerra y unos personajes que alcancen mejores perfiles interpretativos.
Sin embargo, y pese esa apariencia de melodrama folletinesco adulto y serio, la cinta dirigida por Scott Hicks (el que otrora brilló con Shine) se hunde en los parámetros del cine adolescente con auténtica falta de pudor. Si bien seguramente se atañe a los gustos de su público objetivo, las carencias de esta cinta se amontonan a cada fotograma: su historia roza lo imposible, las frases son de risa, la música compasiva inunda constantemente la pantalla y los colores pastel regalan postales visuales hasta la extenuación. Es decir, el romance de los protagonistas se hunde de forma compulsiva, fundiéndose con una puesta en escena ridícula que sólo piensa en enternecer los corazones a cada minuto sin tener en cuenta las leyes de la narrativa.
Queda claro, visto lo visto, que la intención no era hacer de Efron lo que podría ser. Incluso el actor parece actuar incómodo en algunas secuencias que en el pasado había bordado con su jovialidad teen. Ahora ya no hay rastro de aquel locuelo que encandilaba a las muchachas a golpe de baile y voz, tan sólo queda un actor mono y recauchutado que parece perdido ante las líneas que le han tocado pronunciar. Esperemos que en próximos filmes podamos borrar esta última imagen.