Un cóctel donde predomina el terror psicológico, salpicado de sustos efectistas que provocan más irritación que auténtico miedo.
Entre su debut cinematográfico en su país de origen con Storm (2005) y su presencia en Underworld: El despertar, estrenada a principios de este mismo año, los suecos Måns Mårlind y Björn Stein dirigieron en 2010 la película que aquí nos ocupa, adaptando un guión de Michael Cooney, cuyo último trabajo para la pantalla grande había sido el libreto de la resultona Identidad (James Mangold, 2003), cinta que guarda algunos puntos de semejanza con La sombra de los otros.
Una psiquiatra experta en trastornos de personalidad múltiple –sobre todo en desenmascararlos para ayudar a la justicia– se las verá con un nuevo paciente que desde el principio muestra unas características muy peculiares, y que según vayan pasando los días se irán tornando más extrañas. A partir de ahí se irán abordando temas como la brujería, las posesiones, la magia negra, la pérdida de fe en la religión... Un cóctel donde predomina el terror psicológico, salpicado de sustos efectistas que provocan más irritación que auténtico miedo.
Las atmósferas creadas por los directores nórdicos son –como ya sucediera en su aportación a la saga de Underworld– de lo más destacable, junto a las acertadas interpretaciones de Julianne Moore y Jonathan Rhys Meyers, que aportan su buen hacer a un producto que arranca con interés, pero que pronto deriva en un artificioso pastiche repleto de lugares comunes y elementos mil veces vistos, que traen a nuestra memoria filmes que han influenciado –lo reconozcan los realizadores o no– a este estreno: Gothika, Fallen, Seven, El silencio de los corderos, El exorcista, La profecía, El resplandor... Al final los clichés convierten la historia en una amalgama deslavazada e incongruente que va perdiendo el rumbo según avanzan los minutos.
Es una lástima, porque lo cierto es que el arranque de la cinta captura el interés del espectador, que se mantiene expectante ante la evolución del caso que se le plantea a la protagonista con ese paciente de personalidad múltiple. Sin embargo, el enigma va dando paso a un desarrollo embarullado donde los toques paranormales y las explicaciones chuscas (impagable, por irrisorio, ese “metraje encontrado” antiguo, con montaje moderno y todo) no convencen en absoluto, y el poco trabajado clímax cae en el ridículo, acabando de decepcionar completamente a quienes esperaran más de este extraño híbrido entre thriller psicológico y película de terror con toques paranormales y maldiciones incluidas.