La infidelidad, los triángulos amorosos y los comportamientos sexuales llamativos han sido prácticamente desde el principio ingredientes fundamentales -no sólo en el cine- a la hora de plantear una historia centrada en el retrato íntimo de los protagonistas.
Sin embargo en esta ocasión la directora Anne Fontaine (Limpieza en seco) plantea el esquema habitual de este tipo de historias de una forma no tan frecuente.
El film narra la historia de Catherine (Fanny Ardant), una mujer acomodada cuya feliz existencia se viene abajo cuando descubre que su marido Bernard (Gérard Depardieu) le es infiel. Dándose cuenta de la nulidad de su vida amorosa contrata los servicios de Marlene (Emmanuelle Béart), una prostituta a la que bajo el seudónimo de Nathalie envía a seducir a su marido con el objetivo de comprender las razones de la infidelidad.
Lo que a priori puede parecer un juego del ratón y el gato entre el marido desleal y la abnegada esposa engañada, como tantos que hemos visto ya en la pantalla bien en forma de comedia bien en forma de drama, es utilizado por la realizadora como mera introducción a la historia que pronto deriva hacia derroteros muy distintos de lo esperado, dejando la infidelidad de Bernard en segundo plano para centrarse en la relación que se establece entre ambas mujeres e ir mostrando como dos personajes en un principio opuestos acaban por ser influenciados por las características del otro.
Es en esa relación donde se agrupan las principales cualidades del film, con el transcurso de los encuentros entre Catherine y Marlene siempre en la cuerda floja entre la amistad y la frialdad de los negocios, entre la sinceridad y la mentira donde ambas se usan de distintas maneras no sabiéndose muy bien cual de las dos acaba siendo la mas retorcida en su trato con la otra. Más aún cuando a medida que avanza la historia la dama de clase alta va abriéndose paso a un nivel mas sexualmente activo mientras que la prostituta hastiada en el terreno sexual va redescubriendo los aspectos mas cándidos del tema.
Al logro de hacer creíble este argumento y atractiva la relación entre ambos personajes contribuye el talento de sus dos protagonistas femeninas aunque en ocasiones el conjunto resulte demasiado frío, como si Fontaine no quisiera implicarse en las emociones de sus personajes dando así un aire distante al conjunto. Tampoco terminan por resultar interesantes los momentos relacionados con el personaje de Bernard, encarnado por un Depardieu que se limita a mostrar su oficio desde el discreto segundo plano al que son relegados su personaje y su historia.
Sin embargo lo mas llamativo del film es que, en una historia con una temática centrada en el sexo y teniendo a esa belleza de rasgos élficos llamada Emmanuel Béart en un papel tan apropiado para el exhibicionismo, toda la abundante temática sexual de la historia nunca hace concesiones al terreno de lo explicito, dejando dicha labor al espectador y su imaginación recurriendo, en una opción parecida a la Mike Nichols en la reciente Closer, al poder de sugestión de las confidencias subidas de tono que Natalie le hace a su clienta, opción que obedece a varias razones, entre ellas la de permitir identificarnos con las razones de esa mujer engañada que opta por una solución tan inesperada. Quizás algo mas de pasión a la hora de narrar la historia hubiese contribuido a ello mucho mejor.