“Éramos rojos, nuestras muertes no importaban a nadie”, afirma uno de los participantes en este documental realizado por el valenciano Pau Vergara. Una frase tan certera sirve para definir el trágico destino que sufrieron miles de republicanos españoles que, habiéndose exiliado en Francia tras el triunfo de Franco en la Guerra Civil, tuvieron que seguir enfrentándose al terror al ser invadido el país vecino por el ejército nazi durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Reclutados para enfrentarse a Hitler, muchos de ellos acabaron encerrados en campos de concentración (de exterminio más bien, como se señala en el documental) alemanes y austriacos, cayendo de la sartén a las brasas y viéndose abocados a experimentar durante varios años cosas que cambiarían irremediablemente su modo de ver la vida, de tal modo que aun a día de hoy siguen marcados por su estancia en aquellos lugares.
Pau Vergara renuncia al uso de la voz en off para de ese modo dar el máximo protagonismo posible a los deportados. Son sus voces, sus gestos y sus expresiones las que nos transportan a aquel crítico momento histórico, y sus testimonios intentan transmitirnos siquiera una parte de todo aquel sufrimiento para que el espectador pueda llegar a comprender a qué terrible situación tuvieron que enfrentarse los miles de españoles que habitaron en el campo de Mauthausen, tomado como ejemplo de lo que sucedió a su vez en otros campos de concentración, como deja claro la película a través de algún otro testigo. Las voces de esos trece supervivientes van entretejiendo la historia, que avanza con claridad y agilidad gracias a un prodigioso montaje, y lo cierto es que en ningún momento se echa en falta a un narrador que nos vaya situando en el punto concreto donde nos hallamos. Tampoco faltan todo tipo de momentos extremos: desde la ternura de algunas anécdotas hasta la crueldad y dureza de otras, pasando por esos dos deportados que finalmente se entrega a las lágrimas en los instantes más sobrecogedores del documental, como si nunca antes hubieran recordado aquello y de pronto se dieran cuenta de la tremenda situación que experimentaron y de la suerte que tuvieron de sobrevivir.
Más allá de la alambrada es, en definitiva, un documental necesario sobre un pasaje un tanto olvidado de la historia del siglo XX, realizado con mucho acierto por un joven director que ha puesto mucho esfuerzo y dedicación en el proyecto, algo que se nota durante todo su metraje. Poniéndome puntilloso se me ocurre que quizá hubiera debido recortar unas pocas frases que prácticamente repiten datos, incluir subtítulos en algunos pasajes que debido a la avanzada edad de los deportados cuestan algo de entender (o donde hay términos franceses que no acaban de quedar muy claros), o incluso reducir algo el volumen de la música de fondo, que tampoco ayuda demasiado a la comprensión de lo que dicen los ancianos, pero desde luego hay que reconocer que el documental es más que recomendable tal y como está y que tiene un innegable valor histórico.