La primera vez que oí hablar, hace unos meses, del que iba a ser primer proyecto cinematográfico de José Corbacho supongo que me pasó por la mente lo mismo que a muchos otros conocedores del cómico televisivo, es decir: de su mano gamberra, iconoclasta y bastante soez podíamos asistir a un nuevo producto en las coordenadas de la saga cinematográfica de Torrente, lleno de cutrez, caspa, personajes friquis por doquier y cameos de famosotes de medio pelo para atraer al público en masa a las salas de proyección.
Poco podíamos imaginarnos que de su trabajo en la dirección y el guión junto a Juan Cruz iba a surgir algo como Tapas, una película con dosis bien medidas y equilibradas de comedia y drama, llena de sensibilidad (que no sensiblería, ojo), con personajes que resultan naturales y que son excelentemente perfilados con cuatro pinceladas. Se nota que antes de golpear la claqueta por vez primera ha habido un trabajo previo de muchas horas elaborando la historia, paso indispensable si se quiere hacer una película consistente desde que se inventó el cine (detalle que se pasa por alto con pasmosa frecuencia, como podemos ver en la cartelera cada semana). Corbacho y Cruz sitúan la historia en su querido Hospitalet de Llobregat, demostrando que no todo tiene que suceder en las grandes capitales o en sus suburbios, y crean la atmósfera de forma ejemplar: las calles, las tiendas, las casas... todo nos resulta creíble.
En cuanto a la historia en sí misma, los personajes son como las tapas del título: hay bastante variedad, y vamos picando un poquito de cada plato sin saciarnos, degustando los distintos sabores que cada uno nos proporciona: la historia de amor de la pareja de ancianos, las inquietudes típicas de los adolescentes que trabajan en el supermercado, la deriva sentimental de la tendera, el hundimiento del dueño del bar, ese lacónico cocinero chino... Se van entremezclando momentos tiernos con otros amargos, y la risa da paso a la seriedad sin ningún tipo de estridencia (reconozco que yo, como muchos otros, también lloré en alguna escena). Todo parece estar en su sitio, y se agradece que la película no tenga más pretensiones que mostrarnos unos días en la vida de estos personajes, de ese barrio, y de hacerlo con honestidad y de un modo entrañable, que no es moco de pavo.
Por último, reseñar que en parte de nuestras suposiciones iniciales no nos equivocábamos: en Tapas encontraremos cameos de los actores de los programas de la productora El Terrat (Buenafuente, Homo Zapping), pero hay que ser bastante seguidor de dichos programas para reconocerlos, y sus intervenciones no interfieren para nada en la correctísima historia que se nos está contando. Con ejemplos como este, el cine español puede levantar bien orgulloso la cabeza. Resumiendo: magnífico debut de Corbacho y Cruz.