Paramount Pictures está distribuyendo en DVD la primera versión cinematográfica de La Guerra de los Mundos (1952) con un slogan que reza: ¡La invasión original! Se trata, evidentemente, de una referencia a la nueva adaptación de la novela homónima, que Steven Spielberg estrenará en todo el mundo el 29 de junio.
Por cierto que una pequeña productora británica, Pendragon Pictures, anuncia también para este año "la primera adaptación verdadera del clásico de H. G. Wells", por cuanto el filme, escrito y dirigido por un tal Timothy Hines, se desarrollará en la misma época descrita en la novela, finales del siglo XIX.
En cualquier caso, es la producción de Spielberg y Tom Cruise la que levanta más expectación, y la que nos da pie a revisar sus antecedentes y la adaptación supervisada por George Pal en 1953, considerada en su momento el no va más en cuanto a ciencia ficción y efectos especiales.
La novela (1898)
Herbert George Wells (1866-1946) fue autor de múltiples facetas. Narrador brillante y profético, socialista utópico y reformista, observador pesimista de la naturaleza humana, pretendió con La Guerra de los Mundos alertar a sus paisanos acerca de la fragilidad del poderío tecnológico y militar de la Inglaterra victoriana, y sobre la injusticia de sus dominios coloniales.
Considerado junto a Julio Verne el padre de la ciencia-ficción moderna, Wells aprovechó por otra parte sucesos históricos recientes como la erupción del Krakatoa en 1893, el descubrimiento astronómico de "canales" marcianos en 1894, y la cercanía orbital ese mismo año del planeta rojo y la Tierra, para desarrollar una fantasía vibrante y semidocumental que incluye rayos caloríficos, nubes tóxicas y devastadoras batallas con armamento pesado.
La radio se adelanta al cine (1938)
El productor y director Cecil B. DeMille consiguió en 1925 para Paramount Pictures y a perpetuidad los derechos cinematográficos de La Guerra de los Mundos. El séptimo arte era consciente del potencial de la novela. Alfred Hitchcock y Sergei Eisenstein mostraron interés por llevarla a la pantalla. Sin embargo, y a falta de un guión que convenciese a la productora, fue Orson Welles el que demostrase en otro medio, la radio, la vigencia del argumento.