Con la presencia mediática garantizada de contar con una chica "friend", aires independientes con que escapar de simplonas comedias románticas en busca de un nuevo horizonte -en donde quizá encontrar algo de respeto-, e imitación a lo diferente para huir de la imitación, tenemos todo lo necesario para configurar una película intrascendente, pero además, aburrida.
Si por el contrario Jeniffer Aniston se hubiera limitado a utilizar su único registro de actuación, no hubiera prescindido de sus toneladas de maquillaje con que se convirtió en la diva de Pitt, y sonriera de vez en cuando, habríamos tenido otra oportunidad de engrosar la lista de películas para el olvido, pero posiblemente entre ñoñerías y enredos nos habría robado una sonrisa, y su fiel público, y las niñas quinceañeras que querían encontrarse con su ideal de mujercita-pendón, habrían quedado tan y tan satisfechas.
Pero hete aquí que con aspiraciones de personalidad, se cuenta una de esas historias en que frente al ideal americano de declamaciones patriotas y divinas, de vida fácil entre fast-food, hay un tipo de persona descorazonado y errante, que cansada de esperanzas, prefiere vivir autocompadeciéndose. Este es el caso de nuestra querida "amiga", que en honor a su desidia e indolente vida diaria vivirá una aventura extraña, pero no interesante. Cruda y con tentativa de humor cínico, puede poner en el cartel 300 nominaciones a los festivales de su pueblo y el curriculum de la cuñada del director, que no dejará de ser algo irrelevante con que hacernos perder (mal) el tiempo.
Hace añorar la más burda de las comedias.