¿Cómo surge realizar 20 centímetros?
Surge de una forma bastante simple, de dos objetivos diferentes. Uno es el deseo que Mónica Cervera y yo teníamos de realizar juntos un musical. A los dos nos encanta ese género, y hemos hablado largo y tendido acerca de diversos musicales, hemos cantado juntos... Era algo que teníamos como una idea, como un sueño a cumplir. Por otro lado, yo siempre había querido escribir un personaje de transexual para Mónica, porque creo que tiene el físico y la falta de pudor para enfrentarse a un personaje de esas características. El proyecto que yo estaba preparando después de Piedras, mi primer largo, se vino abajo por problemas de financiación, y de forma muy espontánea surgió esta idea, primero como película muy pequeñita, en plan cinema verité, casi amateur, para grabar en vídeo, pero finalmente acabó convirtiéndose en algo más elaborado.
¿Ha resultado un proyecto caro?
No tanto como debería haber sido, pero hemos pensado mucho y hemos puesto mucho hincapié en que no fuera tan amateur. Hemos diferenciado las dos partes de los musicales, dándole al empaque visual de la parte musical un tratamiento más cuidado que a toda la parte de ficción, respetando un poco lo que se hacía en los antiguos musicales, construir la historia por y para la estrella, como pasaba con Judy Garland o Liza Minnelli. Elaboré la historia siguiendo esa pauta. Además, tenía ganas de hacer una peli centrada en un solo personaje, ya que Piedras era un relato coral.
¿Cómo ha sido la experiencia de realizar un musical?
Para todo el equipo ha sido algo sorprendente. Todos nos enfrentábamos no sólo al rodaje, sino a toda una preparación previa, y cada vez surgían problemas de producción diferentes. La preparación y el rodaje resultaban bastante espectaculares, y de hecho durante el rodaje yo decía que sólo quería rodar musicales. Era muy distinto a la preparación de Piedras: este fue un rodaje muy movido, y se establecen muchas colaboraciones, tienes un plan de trabajo distinto... La preparación de los números musicales ha sido muy enriquecedora.
Tras el precedente del éxito de El otro lado de la cama, ¿querías aportar tu granito de arena al género musical en español?
Nos apetecía hacer un musical, independientemente del éxito de esa película. Además, el desarrollo de los números musicales no tiene nada que ver con los de aquella. Nuestra película trata sobre el individuo, y los números musicales dan una pincelada más de su personalidad. La película lo que hace es retratar el personaje de Marieta. No pasa nada, no hay grandes tramas ni conflictos... Es una peli muy impresionista, y los números musicales adornan el carácter del personaje. Esa era la vuelta de tuerca que le quería dar yo al musical, un género que aparece y desaparece periódicamente. Yo tenía muy claro que quería hacer una comedia musical, y mi aporte personal fue meter toda esa parte de ficción donde se habla de la vida cotidiana de una prostituta transexual y de todo ese submundo donde se mueve. En esa parte de ficción, mucho más cercana, la cámara vibra y está siempre muy cerca de la protagonista, mostrando un contraste increíble con la parte musical. Quisimos añadir ese matiz para crear modestamente nuestro propio musical con una entidad propia.