Zano (Romain Duris) y Naïma (Lubna Azabal) han nacido en Francia, pero hablan de sí mismos como argelinos nacidos en Francia. Viven en un apartamento con vistas a la circunvalación, donde día tras día miles de coches circulan hacia, como los exiliados, quién sabe dónde. Zano no es feliz, le falta algo: “En París no tengo nada. Es una ciudad que tiene de todo, pero nada es gratis”. Ante este desencanto, convence a Naïma de ir caminando hasta Argelia. Atravesarán parte de Francia, España y África para alcanzar su pasado. En este camino se encuentran con todos sus desequilibrios y con personas que viven situaciones mucho más extremas que la suya. Desgraciadamente, la inmigración no es un fenómeno del pasado.
La Palma de Oro al mejor director en el festival de Cannes 2004 fue para Exils. Una película sobre la búsqueda. Sobre el sentimiento de quien no tiene apenas pasado en el lugar que habita. Exils hace hincapié en el desarraigo y la añoranza, y en lo que éstas provocan en el carácter de las personas. Los personajes de Zano y Naïma están desorientados sin Argelia. O al menos esto se deduce de su, en ocasiones, absurdo comportamiento. En su viaje al Sur, no parece que haya más consuelo que llegar. Como toda película que describe un largo trayecto, los personajes no son los mismos al principio que al final. Aunque, quizá, la llegada sea, digamos, demasiado bonita. Lo ideal es ver esta película teniendo un conocimiento real de ambas culturas, la europea y la africana.
El director y guionista, Tony Gatlif (Argel, 1948), tiene filmes en su haber como El extranjero loco, Gitano, quiero ser libre y Swing, entre otros. Como en sus anteriores trabajos, aquí la música tiene también un papel relevante en la narración. Tecno con toques flamencos y letras reivindicativas: “Los ausentes están presentes, los ausentes, los ausentes...”, que consigue desvelar la incógnita de los sentimientos de unos personajes muy herméticos y desesperados. Para el protagonista, Zano: la música es su religión. Es esta religión la que les guía y les ayuda hasta la catarsis.
Romain Duris y Lubna Azabal son una perfecta elección de casting, aunque en la primera mitad del metraje la idiosincrasia del personaje de Lubna la lleve a estar ligeramente sobre actuada.