La Dreamworks contraataca de nuevo en el terreno de la animación digital. Para ello vuelve con otra historia de animalitos socarrones tras su último estreno El espantatiburones, de relativo éxito si lo comparamos con Shrek, que es la verdadera gallina de los huevos de oro en la gran productora de Spielberg.
Madagascar parte de una premisa interesante que en un principio propiciaba el acercamiento tanto al público infantil como al adulto. La cinta reúne a un león narcisista (Ben Stiller/Paco León), una cebra con conflictos internos (Chris Rock/Alexis Valdés), una jirafa hipocondríaca (David Schwimmer/Gonzalo de Castro) y una hipopótama sosita (Jada Pinkett/Belén Rueda) como protagonistas de un viaje al lado más salvaje, dejando atrás sus cómodos aposentos en la jungla humana de Manhattan.
El espectador va dejando que pasen los minutos pensando que una vez llegados los animales a su destino, aquello empezará a funcionar, los chistes con cierto guiño para los más cinéfilos, el slapstick o un mínimo trasfondo superarán en algún momento la ligereza de la propuesta... pero eso no llega nunca, y en medio de tanto desbarajuste nos quedamos con lo de siempre, pequeña sonrisa ladeada y poco más. Cuando has querido darte cuenta, la sala ha quedado totalmente ausente de las carcajadas infantiles tan fáciles de conseguir. De hecho se termina por encontrar molesto al protagonista de la función, ese león tan insoportable al que sólo le brilla la melena, cortesía de la mayor de las revoluciones digitales. Con respecto a ese tema, podemos constatar que la animación digital ha superado con creces todas las expectativas, sin embargo este tipo de animación ya no sorprende al espectador medio acostumbrado a las virguerías técnicas, pero sí expectante ante la renovación de las historias con algo más de miga.
Y para colmo, la lectura una vez acabada la proyección no puede ser más frustrante: se vive mejor dentro del sistema que en libertad. Todo dicho.