Grandes navíos surcando los mares, ondeando sus velas en el viento de la noche; bucaneros errantes desafiando la muerte, mostrando su rostro descarnado bajo la luz de la luna... piratas, fantasmas, el héroe, la dama, el tesoro, la maldición, vaya, que si tiene usted alguna afinidad con el tema, más allá de participación en el ahorro del top manta y del uso y abuso de los vástagos del napster, si por el motivo que sea le vió el lado romántico a los filibusteros de vida desaforada y libertaria, esta producción aglutina en más de dos horas todo lo que una buena cinta puede pretender para gozo de los de nuestra especie: una ambientación que se exhibe entre pueblos de playa, islas y noches oscuras de niebla, un casting hecho a base de dos grandes pilares (Johnny Depp y Geoffrey Rush, de los que poco cabe decir a estas alturas) y un despliegue de recursos visuales para cumplir con holgura con el cuento descubriendo la tropa de esqueletos en que se convierte el malvado ejercito de desalmados marineros.
Las peleas de espadas, los encuentros entre barcos a golpe de cañonazo, y la particular naturaleza gremial del colectivo, son una parte que justifica la emoción y el ritmo de esta película repleta de acción, salpicada por toques de humor especialmente bien aportados por el polivalente Depp, en el curso de un guión elegante y sin descansos, aquejado de un desenlace algo descompensado con excesiva vocación por el happy end y el rizo del rizo, parte admisible de un todo repleto de momentos brillantes. La primera mitad sumerge entre aguas frías y nosconduce por entre camarotes, haciendonos añorar -en el mejor de los casos-, pasadas estancias en la Isla de los Monos, de cuyos parajes parece haber salido este cuento veraniego que dignifica la cartelera, la realza y devuelve el feeling a los nostálgicos de las grandes historias de refriegas playeras. Aunque nunca antes se había recogido de igual forma esta estética nocturna, con el ominoso perfil de La Perla Negra, un barco repleto de temores que tiene en sus filas lo más oscuro que se esconde en el horizonte del océano.