En el universo cinematográfico, como en el físico, hay estrellas de primera, segunda y hasta tercera magnitud. Estrellas fijas y estrellas variables. Estrellas errantes y fugaces... Wesley Snipes pertenece a la categoría de las variables, o al menos así ha sido mientras la saga Blade funcionaba en taquilla. Ahora que las andanzas del cazavampiros parecen haber terminado, veremos cómo se las arregla un actor que, por lo demás, en veinte años de carrera ha acumulado los suficientes productos de acción como para encasillarse y terminar en las estanterías de los video-clubs.
De hecho, Ladrones de mentes fue realizada antes que Blade: Trinity, y desde entonces Snipes ha finalizado 7 Seconds, Chaos, The Marksman y Razor's Edge. Todas ellas co-producciones de género rodadas en países del este y realizadas por profesionales de poco renombre. Es el caso también de la película ahora comentada, dirigida en Bulgaria por el habitualmente televisivo David Carson, escrita por el debutante Tom Vaughan, y con un reparto en el que, aparte Snipes, apenas destacan secundarios como Stuart Wilson o Kim Coates. Para colmo, Ladrones de mentes tiene en inglés dos títulos diferentes para su distribución: Unstoppable en Estados Unidos, Nine Lives en Europa. Malas vibraciones.
Una vez vista la película, los augurios se confirman. Se trata de un galimatías en torno a un agente de servicios especiales (Snipes), retirado tras una misión de infausto recuerdo en Bosnia, al que se le inyecta por error un alucinógeno experimental llamado XE. El porqué de la inyección, quién se la ha puesto y cuáles son sus intenciones, resulta algo confuso, como si el espectador hubiera inhalado la misma droga en los lavabos del cine. Tampoco es que importe. Se suceden persecuciones, tiroteos, escenas alucinatorias y destrucción de la propiedad, siempre de noche y con un estilo que recuerda a series como 24.
Seguramente, el guionista ha pretendido aplicar con el compuesto XE lo que Hitchcock llamaba el Mac Guffin, un pretexto dramático abstracto, sin valor en sí mismo, que motiva en los personajes las acciones desesperadas que constituirán el entretenimiento del espectador. Pero como la intriga y la acción planteadas las hemos visto mil veces, y al menos la mitad de ellas mejor visualizadas, Ladrones de mentes no puede sino decepcionar. Una peli del montón.