Da igual la franja de edad en la que nos encontremos, el ser humano está en continua crisis existencial. A los veinte uno se entretiene con la búsqueda de sus señas de identidad- eso pasaba en Una casa de locos primera entrega de las correrías de unos jóvenes erasmus en Barcelona-. , y a los treinta te das de bruces con la realidad, no has conseguido lo propuesto en tu adolescencia y por si esto fuera poco, nadie comparte tu agonía.
Eso es más o menos lo que le pasa a Xavier (Roumain Douris) prometedor economista que ha acabado escribiendo guiones para la televisión en París. El director Cedríc Kaplisch le recupera a él y al resto de los personajes que le hicieron célebre en media Europa con la excusa de la boda del amigo americano (Kevin Bishop, visto en la película de Ventura Pons Manjar de amor) con una rusa, pretexto que nos invita a viajar por San Petersburgo sin movernos de la butaca.
Todos los que habitaban el albergue español han cambiado en estos cinco años -aunque sólo hayan pasado tres desde el rodaje de la primera- pero Xavier sigue igualmente perdido por una Europa ahora globalizada. Kaplisch recurre una vez más a la plasmación de una misma temática, la representación de un mundo juvenil vitalista que encierra momentos emotivos, como ya hiciera en Cada uno busca su gato. Su cine no se priva de utilizar numerosos recursos narrativos -la agilidad de la puesta en escena, la pantalla partida, etc- dándole aquí un estilo modernista que en ocasiones despista al espectador del meollo.
Este efectivo retrato coral permite acercarnos a los personajes de una manera directa debido a la buena caracterización de todos ellos, diferentes en sus nacionalidades pero unidos por la persecución de los mismos anhelos. Aunque se evidencie la aparición de altibajos durante el metraje (las payasadas de Roumain Duris es un claro ejemplo.s), el resultado convence a los espectadores que disfrutaron con Una casa de locos, llevándose consigo el humor y la simpatía que los Erasmus desprendían entonces, aquí más maduros pero con las mismas inquietudes.