Tras una primera temporada de éxitos en el terreno de la distribución cinematográfica en España y Portugal, labor que ha permitido la exhibición en nuestras pantallas de películas como Primer, Confederate States of America, Llamada perdida, La Palabra o Gertrud, la compañía Notro Films pretende revalidar este otoño su apuesta por acercar a las salas “obras de calidad, aparentemente minoritarias pero capaces de alcanzar el éxito de taquilla y llegar a un público cada vez más exigente” .
Las dos primeras propuestas de Notro Films para los próximos meses están ligadas al documental, género revelación de los últimos años.
Veinte años no es nada supone para el veterano cineasta Joaquín Jordá el reencuentro con los trabajadores que en 1979 optaron por la huelga y la autogestión para evitar el cierre irregular de una fábrica de electrodomésticos, y cuya experiencia recogió en su época el propio Jordá en Numax presenta…
El documentalista reúne a los protagonistas de aquellos sucesos para saber qué fue de sus ideales y sus vidas, combinando el aspecto documental con la convención de reunir a personas que hacía años que no se veían. El realizador procuró evitar su intromisión mediante la intimidad: “en las grabaciones estaba la cámara de vídeo y a veces el apoyo de una percha para el sonido. Además, yo no era un extraño para ellos, me conocían desde el primer documental” .
La idea para una segunda parte de Numax presenta… tuvo su origen en la recuperación del negativo del filme de 1979, hallado entre los fondos de los desaparecidos laboratorios Fotofilm.
Para Joaquín Jordá (1935) Veinte años no es nada es el tercer documental consecutivo que rueda, tras Monos como Becky (1999) y De niños (2004). En su filmografía destacan sus trabajos como guionista en Carmen (2003) y El Lute I y II (1987-88), y la realización de los largometrajes de ficción Un cuerpo en el bosque (1996) y Dante no es únicamente severo (junto a Jacinto Esteva, 1967). A Jordá se le considera el principal ideólogo de la llamada Escuela de Barcelona, que retrataría críticamente en El encargo del cazador (1990).
Por otra parte, las víctimas del terrorismo etarra encuentran un interlocutor en el cineasta vizcaíno Iñaki Arteta (1959), que en Trece entre mil recoge sus terribles vivencias y constata el abandono social a que se han visto sometidos.
Arteta, que considera increíble que “un tema tan dramático y apasionante como el terrorismo etarra no sea abordado más a menudo”, lleva algún tiempo cubriendo esta laguna con obras de carácter testimonial como Olvidados o Voces sin libertad –nominada a los Prix Europa 2004 en la categoría de producción televisiva de no ficción-.
Pero la experiencia de Arteta abarca años de dedicación a este género: en Agustín Ibarrola, entre el arte y la libertad trazaba una semblanza del pintor y escultor vasco, mientras que en la serie documental De leyendas y viajes contribuía con otros realizadores a la difusión de las culturas dogón, canaria o peruana.